El verano es una de las épocas más propicias para la lectura, ya que al disfrutar del periodo vacacional, tenemos más tiempo y tranquilidad para dedicar a deleitarnos con este maravilloso placer. A la lectura no se le da la importancia que se merece ni se le reconoce las ventajas que conlleva. Cuando leemos nos introducimos en una espiral de constante aprendizaje, con unas historias viajamos, reímos, soñamos, con otras lloramos, nos sentimos libres, mostramos nuestra rebeldía, a veces con causa y otras sin ella. La lectura es vida, con la que unas veces estás más o menos conforme, y en otros casos totalmente en desacuerdo. Es una voz con la que en ocasiones discutimos, en otras discrepamos, pero siempre hay que darle la oportunidad de que se exprese y escucharla. Los libros nos dan la oportunidad de vivir vidas propias y ajenas y apropiarnos de las consecuencias de sus actos. Por estos y por otros muchos motivos, la Asociación Literaria Hasday ha leído una serie de libros y seleccionado algunos muy recomendables. Alas en libertad, de Carmen Ortigosa, poemas que prenden vida y reinventan las reglas del juego. Tratado de la nostalgia y otros estados de ánimo, de Enrique Sánchez Campos, versos que nos prestan otro rostro, la eternidad, y nos hacen partícipes de sus emociones. Grandes personajes de la España del siglo XX, de don Julio Merino, agrupa 6 personajes, entre ellos, Ramón Serrano Suñer, con su apasionante vida política y personal, y Pablo Picasso, es al que más espacio le dedica, ya que su vida y su actividad profesional son inconmensurables. Además incluye un magnífico suplemento central, de más de 120 páginas a todo color con muchas de sus obras, las más conocidas y otras menos, aunque igual de interesantes. Además nos revela datos novedosos sobre El Guernica. Relatos Químicos, de Amelia Serrano, un conjunto de historias que determinan una situación existencial concreta, escritos que emocionan. Rosas para Miss Burke, de Ana Deacracia, composiciones poéticas que están vivas, que encierran una gran verdad. «(...) Esta hace de las consonantes pasiones que derriban murallas,/ une vocales que se arremolinan en mi cuerpo desnudo,/ evoca vida y muerte en el confín de mi nombre.» (Carmen Ortigosa).