No sé qué es hoy día un niño, ni una niña. Sí sé qué niños éramos, qué fuimos. No se trata de ponerse en plan abuelito Cebolleta contando las batallitas de la infancia, ni repetir que cualquier tiempo pasado fue mejor ni frases apócrifas de Sócrates sobre los jóvenes. Sí conviene arrancar este grito al viento de la impotencia frente al presente, coincidiendo con el glorioso centenario del TBO. Digo que no es cuestión de melancolías, sino de lucha y de rebeldía ante la deriva de la estupidez, la maldad y la mediocridad imperante, de las que los niños son las principales víctimas. No se trata de repetir mil veces lo bien que lo pasábamos en nuestra infancia de juegos en la calle, ni de las interminables siestas agarrados a tebeos y a todos aquellos utensilios sin pilas ni memoria digital que con solo sus páginas a color nos hicieron lectores compulsivos, quizás escritores. Por eso, insisto, no es hora de lamentos por lo perdido, sino de rebelión, de revolución, de petición de responsabilidades a toda esta caterva de desquiciados que han robado la infancia a los niños por el avieso procedimiento de arrebatarles la imaginación. Porque tengo la sospecha de que aquellos que elaboraron nuestro entretenimiento infantil eran gente feliz que tuvieron infancias felices y que por eso mismo generaban historias atractivas para entretener a niños y quizás hacerlos felices. Pero ahora, ya, hoy, es momento de rebelarse, de pedir explicaciones a la cosa pública y a la cosa privada de por qué no hay espacios físicos y virtuales infantiles dignos de ese nombre, en horarios infantiles, por decreto, pero sí los hay con responsables de dudosa salud mental. Y por qué se permite poner al alcance de los niños artilugios infernales que crean adicción y los adocenan y arrinconan en silencio aun en compañía, y les cercenan cualquier atisbo de curiosidad y creatividad. ¿Qué especie de tarados hay detrás de las industrias y los programas de cualquier cosa destinada a los niños? ¿De qué manera la escuela y las familias podrían luchar, enfrentarse a la guerra diaria de este acoso directo, a todas horas, sostenido con millones de euros?

* Profesor

@ADiazVillasenor