El pasado miércoles 13 de noviembre veía la luz en el Boletín Oficial del Estado la Ley 18/2013 para la regulación de la tauromaquia como patrimonio cultural, norma que dota de la necesaria protección a nuestra fiesta nacional, y con la que se pone un punto y seguido en la voluntad popular de reconocimiento de la tauromaquia como parte esencial del patrimonio histórico y cultural de todos los españoles. La decisión de Francia en el año 2011 de inscribir la tauromaquia en la lista de su patrimonio cultural inmaterial, siguiendo los criterios definidos por la Unesco, hizo que comunidades autónomas, diputaciones provinciales y millares de ayuntamientos tomaran conciencia del importante avance que suponía dicha medida, y comenzaran la tarea de obtener idéntico reconocimiento en sus distintos ámbitos geográficos.

En nuestra ciudad, el 13 de diciembre de 2011 y a instancia del Círculo Taurino de Córdoba, el Ayuntamiento de Córdoba, en solemne sesión, proclamó la tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la ciudad de Córdoba, convirtiéndose así en una de las primeras capitales en alcanzar tal declaración.

Dos años después el poder legislativo estatal cumple el mandato contenido en el artículo 44.1 de nuestra Constitución ("los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho") y eleva al rango de ley una realidad que forma parte de nuestra vida cotidiana desde hace siglos. Principia la ley con un extenso preámbulo que contiene la fundamentación de la protección que dispensa la norma, aludiendo al indubitado carácter cultural de la tauromaquia y que debe ser preservado como un tesoro propio de nuestro país, rico en culturas distintas. Acierta el legislador al afirmar, de forma tan sutil como contundente, que la tauromaquia es una manifestación artística en sí misma desvinculada de ideologías, poniendo de manifiesto la evidencia de que en los recurrentes argumentos esgrimidos en contra de la fiesta subyace un móvil político totalmente ajeno a la misma. Al respecto, sirva como ejemplo, entre otros muchos, la aprobación unánime por el Pleno del Ayuntamiento de Córdoba el 15 de septiembre de 2010 de una moción conjunta presentada por los tres grupos políticos que componían entonces la Corporación, mostrando su "más firme reconocimiento a la fiesta, que tanto significa para nuestra cultura, nuestra historia, nuestra economía y nuestro empleo".

La entidad que me honro en presidir, en la tarea docente que desde hace décadas viene desarrollando a través de la escuela taurina de nuestra ciudad, puede dar fe de los valores que refiere la ley como inherentes a la tauromaquia, y que son calificados como profundamente humanos e identificados como la inteligencia, el valor, la estética, la solidaridad, o el raciocinio como forma de control de la fuerza bruta.

Se articula el resto de la ley en cinco preceptos y tres disposiciones finales, destacando la definición de tauromaquia que se consigna en el primer artículo y que se caracteriza por ser lo suficientemente amplia como para englobar las numerosas y heterogéneas actividades que la componen. En este punto permítaseme el reproche de echar en falta una cierta licencia retórica del legislador que bien pudiera haber atenuado la frialdad de la definición.

En definitiva, la promulgación de la Ley 18/2013 es motivo de satisfacción para todos los aficionados taurinos, pues las medidas de fomento y protección que deben desarrollarse a su amparo, y el respaldo de sabernos protegidos por nuestro ordenamiento jurídico, deben permitirnos superar la indolencia en la que en ocasiones andamos sumidos, y, asimismo, sentirnos orgullosos de ser depositarios de una tradición cultural casi milenaria. La ley 18/2013 trae a nuestra memoria la definición kantiana del derecho: "El conjunto de las condiciones por las cuales el arbitrio de cada uno puede coexistir con el arbitrio de los demás, según una ley universal de libertad".

* Abogado. Presidente del Círculo Taurino de Córdoba