He contemplado las alegrías y añoranzas de Helvia Albina en plaza Séneca y de Pola Argentaria, la esposa de su sobrino nieto Lucano, en la plaza de Jerónimo Páez. Y la tarde anterior me presentaron los cambios en el trazado urbano de Córdoba desde la época de la República en Roma hasta el siglo quinto de nuestra era en Hispania.

Causa impresión observar cómo Cardo Máximo y Decumano se fueron estrangulando, estrechándose al quedar invadidos los soportales y los espacios de tránsito rodado y para peatones. El conferenciante no se atrevió a aventurar las razones por las cuales se ocuparon parte de soportales y dificultaron el tránsito, aunque anticipó que quizás esas anomalías fuesen autorizadas para recaudar dinero para la gestión de la ciudad.

Había yo leído una publicación de Eric Poehler, titulada Los sistemas de tráfico de Pompeya, editada por Oxford University Press, que aventuraba científicamente cómo los modos de vivir y esos movimientos urbanos influyeron en la modificación y fijación de la retícula urbana de tan famosa ciudad.

Durante la intervención del conferenciante me imaginé la vida económica de la Córdoba romana y su contexto siguiendo aquella teoría de la economía de los movimientos humanos en las ciudades.

Yo había visitado Pompeya en el verano de 2018. Observé sus calles, la densidad de edificios, bares, espacios administrativos y religiosos. Y habiendo leído a Poehler me sorprendió su osadía para cuantificar la densidad de tráfico urbano mediante un sistema de información geográfica, basado en la teoría de grafos para así poder describir los flujos de personas y rodados dentro de la retícula urbana de Pompeya. Las puertas de los edificios eran para este loco investigador los nodos y las calles eran los soportes de la intensidad de los flujos que conectaban esa pléyade de nodos.

Lo que aventuró Poehler no se puede aventurar para Córdoba mediante ese método científico. No sabremos los flujos hacia el templo de Claudio como sí se aventuran los flujos hacia el Templo de Apolo en Pompeya. Solo podemos aventurar los flujos desde Puerta Gallegos por Decumano hacia Puerta de Hierro si analizamos hoy los de Gondomar y Claudio Marcelo. Este investigador estimó los flujos y caminos para llegar a la Casa del Fauno en Pompeya y nos dice que no era importante la longitud de la calle sino la frecuencia de uso de la misma tal como hoy percibimos al comparar comercialmente calle Gondomar con calle Cruz Conde.

Aprendí mucho en la sesión Kalenda, celebrada en el Centro de Visitantes, junto a la puerta del puente, pero salí de ella entristecido porque solo me queda imaginar cómo era aquella Córdoba en tiempos de Helvia Albina, madre de nuestro Séneca. Solo me queda, como a ella, Consolación a la madre Helvia.