En la ciudad de Córdoba ha tenido luz al fin el juzgado de 24 horas que significa sin duda un avance de la democracia local. Pero parece que dicho logro no se ha explicado bien del todo ya que se ha interpretado por la gente de a pie como un recurso que da celeridad a todos los procedimientos y ello es una idea equivocada porque el juzgado de 24 horas no quiere decir que los juzgados permanecerán operativos a todas horas para que no queden embarrancadas causas tales como los expedientes relativos a clausulas suelo, reclamaciones, herencias, divorcios, despidos, cuestiones mercantiles, contenciosos administrativos etc. La gente debe saber que lo que se trata de descongestionar es al juzgado de guardia, es decir, el lugar físico donde van los detenidos por la policía y ya me explico: cuando los presuntos autores de los delitos son detenidos, una vez realizada la primera declaración policial, la Ley emplaza a presentarlos cuanto antes ante el juzgado para que este decida que hacer con el presunto menda. Pues bien, como hemos apuntado, es cierto que entre las misiones del juzgado de 24 horas está el dar fluidez al juzgado de guardia al que pueden llegarle de sopetón doce detenidos, viéndose entonces los funcionarios totalmente desbordados. Con el juzgado de 24 horas eso ya no pasará. Pero lo más efectivo y a la vez constitucional, es que los más beneficiados serán los presuntos delincuentes a los que se trata con la máxima dignidad porque se velará como nunca por el derecho a la presunción de inocencia ya que se pone fin a la prolongación caprichosa de la detención que se daba cuando la diligencia policial había finalizado pero el detenido seguía en calabozos de comisaria por motivos relativos a inoperatividad del horario del juzgado o por sobrecarga del mismo, es decir, razones totalmente ajenas a la investigación concreta del asunto en cuestión pero que inciden en el principal derecho fundamental como es la libertad. Yo sé muy bien que hay muchos que delinquen por necesidad o por una mala partida del destino y otros que son «profesionales de la delincuencia». Pero aun así me gustaría que todos los delincuentes --o que estén a punto de serlo-- leyeran este artículo y sepan lo que se hace por ellos en muchos casos sin que lo merezcan. Y que, en base a ello, al menos hicieran el bello intento de llevar una vida honrada. Porque un sistema que responde a la actividad delictiva que tanto amarga a la sociedad, no prologando la detención policial como medida de castigo, sino gastando dinero en acortarla para garantizar al máximo la presunción de inocencia, bien merece el intento.

* Abogado