Por desgracia, a base de imaginación y por necesidad, los jubilados con pensiones de miseria tienen que recurrir a lo modernamente denominado mini jobs. Estos no son otra cosa que trabajos por horas de muy baja remuneración. Países como Alemania tienen de este tipo de trabajadores en activo casi 7 millones, adquiriendo el derecho a vacaciones pagadas, bajas por maternidad y enfermedad.

En nuestro país, en la actualidad, estos contratos proliferan entre los currantes jóvenes y no tan jóvenes de una forma alarmante. Pero no se denominan así, porque están contratados sin casi derechos y echando más horas que un reloj, cuando el máximo permitido de los mini jobs serían 15 horas de trabajo a la semana.

Pero volvamos a los jubilados y pensionistas. Muchos de ellos, que cobran una pensión exigua, para subsistir ayudan a otras familias como repartidores, limpiadores de hogar, pintores, albañiles, electricistas, camareros, cuidadores de ancianos o haciendo de falsos abuelos recogiendo a los niños del colegio, les dan la merienda e incluso hacen la cena y, cuando vuelven sus papás, ya están acostados, etc. Estos pequeños trabajos se vienen pagando con propinas que colaboran a complementar su pensión y poder sobrevivir.

Estas pudieron ser sus profesiones habituales, la mayoría como autónomos y ahora necesitan volver a ellas para obtener más ingresos, pues, aunque su edad es avanzada, la salud les permite aún hacer pequeñas chapuzas. Es comentario habitual de estas personas decir: «Después de toda una vida trabajando y cotizando, tengo una vejez de miseria con una pensión de miseria». La pena es que lo peor está por llegar, cuando los trabajadores actuales lleguen a pensionistas.

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