Córdoba no debe olvidar a su paisano, sacerdote y obispo de Bangassou (República Centroafricana), que ve interferida permanentemente por la violencia extrema su misión de ayuda a la población. Él no abandona su diócesis, en la que desde que comenzó el año está acogiendo a personas que huyen desde Bakouma, a 140 kilómetros, tras la llegada de 3.000 mercenarios de Chad y Sudán.