Un día más he contemplado el amanecer, donde gentes madrugadoras y bellos paisajes crean un contexto vital diferente, donde el tiempo parece detenerse y el sosiego te invita a pensar. No obstante, es preocupante la situación de las zonas rurales, por la falta de oportunidades laborales y de emprendimiento. La sociedad urbana no percibe con suficiente sensibilidad el declive de muchas de sus actividades, por no contar con los recursos que requieren la incorporación de jóvenes, la competitividad de las explotaciones y los problemas añadidos por el cambio climático, servicios e infraestructuras.

La entrada en recesión de la economía española implementó el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar del mundo occidental y derivó posteriormente en un shock traumático, al constatarse el vertiginoso tránsito desde niveles de bienestar, hasta la cruda realidad de la pérdida de trabajo, posterior desahucio e inmersión en umbrales de pobreza y dependencia en exclusiva de los subsidios sociales, pues el número de hogares con todos sus miembros en paro se ha elevado hasta niveles insoportables y cada vez son más los parados de larga duración que pierden todo tipo de subsidio, con lo que si creamos las condiciones mínimas necesarias, el retorno al medio rural se estaría perfilando como una alternativa seria.

El retrato de los nuevos agricultores y ganaderos, podemos describirlo como personas del campo y otras que vuelven a las zonas rurales, creen en explotaciones pequeñas y sostenibles cuya base es la producción ecológica y no quieren utilizar las subvenciones agrícolas europeas o depender de las grandes superficies para vender sus productos al consumidor, pues la venta directa permite ofrecer productos locales, de calidad y a precios asequibles pero al mismo tiempo más dignos para los productores.

Así, la venta directa al consumidor o en «circuitos cortos» supone una oportunidad de desarrollo para el sector agrario, impulsando esta forma de comercialización, que pretende evitar los aumentos de precio a causa de los intermediarios.

No es posible seguir creciendo de forma indefinida, seguir por esta senda tan solo producirá más miseria social y más destrucción ecológica y para ello hay que gestionar de forma sostenible nuestra riqueza natural.

Agricultura, ganadería y pesca son sectores que llevan décadas en decadencia, ahogados por la competencia desleal que impone la economía global y sin embargo tienen un enorme potencial para crear eco-empleo pero para ello sería necesaria la implementación por la Unión Europea de medidas proteccionistas, en forma de ayudas para evitar la deslocalización de empresas y subvenciones a la industria agroalimentaria para la instauración de la etiqueta BIO a todos sus productos manufacturados.

Según el Consejo Económico y Social 422.600 hogares viven gracias a la pensión de los abuelos con ingresos medios de 840 € y que a pesar de su exigibilidad constituía hasta hoy el último salvavidas de los restos del naufragio económico español, pero dado que el 2018 las pensiones ha tenido un exiguo incremento del 0,25%, asistiremos a la reducción del grosor del colchón familiar y la elevación del riesgo de pobreza, se advierte que de continuar los recortes sociales, la pobreza en España podría llegar a afectar al 40 % de la población en el horizonte de la próxima década, por lo que la tendencia de retorno al medio rural de una población urbana afectada por la asfixia económica, el embargo de viviendas e ingreso en la lista del paro parece ya irreversible.

Pero para que todo lo anterior se produzca, necesitamos un cambio de modelo:

Necesitamos reivindicar un medio rural con vida, reivindicar la soberanía alimentaria de calidad, como instrumento de acción política transformadora de la realidad, generar pensamiento en una sociedad aplastada, dirigida y manipulable.

Necesita de la escuela, de la formación, de las nuevas tecnologías, de la riqueza de la diversidad.

Requiere hacer de la tierra, con sus gentes, un espacio para alimentar y producir pensando en su propia población local, conservando su identidad, sus propias tradiciones, su artesanía, su estilo y derecho de vivir, desarrollo y calidad der sus servicios comunitarios.

Este nuevo modelo de sociedad rural con sus propias herramientas, lo será si posibilita que «mediante estas prácticas realizadas y llevadas a cabo en el mundo de los estómagos saturados, los desnutridos alcancen los mínimos necesarios para una vida digna, devolviéndole cuanto se les ha arrebatado».

El cambio de paradigma en el medio rural solo será posible si los jóvenes tienen acceso a condiciones de vida dignas, aunque inferiores, a las de aquellos que las promulgan desde confortables despachos y significativos niveles de renta.

Es necesario hacer desaparecer la imagen del campo subsidiado, ofreciendo a sus producciones los precios que requiere una empresa competitiva del siglo XXI y con proyección de futuro, equiparable al resto de sectores productivos, dignificando y valorando en su justa medida, esta ejemplar profesión, que llena la despensa de la humanidad.

Agricultor, cuando sonríes, se borra una tristeza y se ilumina una esperanza.

* Doctor en Ciencias Jurídicas y Empresariales