Tal día como hoy, 11 de diciembre, pero de 1931, tomó posesión como presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora. Fue elegido el día anterior por las Cortes Constituyentes, como establecía una Disposición Transitoria de la Constitución, y según la cual le correspondía hacerlo a los diputados. Obtuvo 362 votos de un total de 410, de modo que Julián Besteiro, presidente de las Cortes, lo proclamó como electo. En la mañana del día 11 lo recogió en su domicilio una representación de las Cortes, compuesta por doce diputados (entre ellos ninguno era andaluz, cosa que hoy día seguro que no ocurriría). Transitó en coche descubierto desde la calle Martínez Campos hasta la Carrera de san Jerónimo, y a la puerta del Congreso de los Diputados lo esperaba el gobierno, presidido por Azaña. Prometió su cargo, tal y como establecía el artículo 72 de la Constitución y le contestó Besteiro, quien lo acompañó tras el acto hasta el Palacio Nacional (ya no era Real), desde cuyo balcón contemplaron el desfile de tropas por la plaza de Oriente.

Entre diciembre de 1931 y enero de 1932 aparecieron en la prensa varias entrevistas con el presidente, pero todas ellas habían sido hechas unos días antes de que tomara posesión del cargo. La primera que realizó como nuevo Jefe del Estado fue a una publicación argentina, Caras y Caretas, la realizó José María Salaverría, y apareció el 6 de febrero de 1932. En ella, además de relatar pormenores de su biografía, hacía una reflexión acerca de lo que debía representar el nuevo régimen republicano: «La República tiene que hacer frente a muchos y muy graves problemas; la República ha heredado cuestiones que antes no se quisieron resolver y que hoy no pueden solucionarse con una rapidez mágica. Lo esencial, sin embargo, es que la República ha venido con un hondo afán de justicia, con un sincero propósito de cultura, y todos los problemas, los viejos y los nuevos, serán atendidos sucesivamente con un espíritu de rectitud y fervor por los hombres de la revolución. Trabajamos con fe absoluta. No faltarán descontentos y criticadores; eso es inevitable. Pero cuando se juzgue este momento histórico a distancia, yo tengo la completa seguridad de que las gentes han de considerar maravilladas el modelo de revolución que ha ofrecido España al mundo». Y cuando se le preguntó por el significado de la fecha de su toma de posesión, sus palabras delataban emoción: «Fue un día de emociones profundas y conmovedoras. La sencillez de la ceremonia en el Parlamento tuvo una grandeza indescriptible. Después, desde este palacio que habían habitado los reyes y que pasaba a ser del dominio de la nación, pude contemplar la alegría y el entusiasmo del pueblo, el desfile de los batallones que prometían servir a la República, el paso de las vistosas tropas marroquíes, la gallardía de los soldados del Tercio africano... Necesitaría mucho tiempo para describir las impresiones de aquel día que fue, más que feliz, sagrado».

Don Niceto tomó la decisión de escribir un diario, que según consta en sus Memorias comenzó a redactar «a los tres o cuatro días de haberme posesionado». Por desgracia no conservamos ese documento que sería de gran interés para conocer su punto de vista ante cuestiones controvertidas que se desarrollaron a lo largo de los cinco años de su mandato. De aquel Dietario de un Presidente, solo se ha podido recuperar la parte que narra desde el 1 de enero al 8 de abril de 1936, es decir, hasta el día después de su destitución. Dado que en la I República no se llegó a aprobar una Constitución, sus cuatro presidentes lo fueron siempre del «poder ejecutivo de la República», por tanto don Niceto fue el primer Jefe de Estado que en nuestro país alcanzaba ese rango por un procedimiento electivo, y ese acto tuvo lugar hace hoy justo 87 años.

* Historiador