Es el director ejecutivo de Twitter, que, por lo que se va sabiendo, no escapa a prácticas de dudosa ética que permiten a terceros manipular a la opinión pública. La red social de microblogging se suma al escándalo de Facebook, ya que también vendió información de sus usuarios a Cambridge Analytica, que utilizó datos on line para influir en las elecciones de EEUU que ganó Trump.