Los cambios políticos, si son trascendentes, nunca ocurren de la noche a la mañana, siempre tienen unos orígenes, tanto remotos como próximos. Así, para comprender la proclamación de la II República en abril de 1931, debemos conocer con cierto detalle al menos lo acontecido a lo largo del año anterior, 1930, calificado por Eduardo de Guzmán como «el año decisivo». Y si acotamos aún más las fechas, podemos decir que fue de gran importancia lo ocurrido a lo largo del mes de diciembre, hace justo noventa años en estos días. Fue el 12 de diciembre cuando en Jaca tuvo lugar una sublevación de tropas en apoyo a una conspiración republicana, cuyo resultado fue un Consejo de guerra sumarísimo contra los oficiales que la dirigieron, y dos de ellos, los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, fueron fusilados de manera inmediata el día 14. Ese mismo día, el gobierno Berenguer ordenaba la detención de los miembros del Comité Revolucionario nacido del Pacto de San Sebastián en el mes de agosto, con lo cual eran encarcelados Alcalá-Zamora, Maura, Largo Caballero y Fernando de los Ríos, entre otros, al tiempo que Prieto y Marcelino Domingo salían de España, Azaña se escondía y Lerroux siguió en libertad sin ser molestado. El día previsto para la conspiración era el 15, pero en Jaca se adelantaron. En esa fecha sí hubo otro intento militar en el aeródromo Cuatro Vientos, que solo tuvo un éxito momentáneo, pues el movimiento no fue secundado en otros lugares.

Pero la represión no sirvió para contener la oleada republicana, los fusilados se convirtieron en los mártires de la República y los encarcelados en un perfecto elemento de propaganda de las ideas republicanas. Cuando llegó el 14 de abril, al constituirse los nuevos ayuntamientos, las calles y plazas de los municipios españoles se vieron bautizadas con los nombres de Galán y García Hernández, y cuando se constituyeron las Cortes, el 14 de julio de 1931, en su primera intervención el presidente Niceto Alcalá-Zamora tuvo palabras de recuerdo para ellos porque, según dijo, «los llevamos grabados en el alma, con el recuerdo y la protesta contra la iniquidad superflua, innecesaria y estéril que sumara dos mártires más en la cuenta de la libertad española». No faltaron desde el primer momento canciones populares, como la recogida por Antonio Machado: «La primavera ha venido/ del brazo de un capitán./ Cantad, niñas, en corro:/ ¡Viva Fermín Galán!», aunque algunas variantes indican que las niñas canten «a coro». Y el cantante aragonés José Oto recogería esta: «Cuando la nieve caía/ sobre la ciudad de Jaca/sucumbieron dos valientes/ por redimir a su patria./ Es el catorce abril/ una fecha señalada/ porque sin derramar sangre/ vengamos a los de Jaca».

Son buenos tiempos para rememorar los orígenes de la II República cuando en abril se van a cumplir los noventa años de su proclamación, y es un buen prólogo la exposición que este jueves se inaugurará en la Biblioteca Nacional sobre Manuel Azaña en el ochenta aniversario de su muerte, que además contará en su acto inaugural con la presencia de Felipe VI, el actual Jefe del Estado, que así prestará homenaje a quien lo fuera entre 1936 y 1939. Nunca está de más recuperar una figura política de la talla de Azaña, tan controvertido como ignorado. Esperemos que a lo largo del año próximo también podamos recordar al presidente Alcalá-Zamora, tantas veces postergado e incomprendido, que ocupó la presidencia de la República entre 1931 y 1936. Pero sobre todo habría que extender el conocimiento de muchos políticos republicanos, honestos, como Negrín, para que nadie vierta sobre él más falsedades acerca de lo que ocurrió con el oro de las reservas del Banco de España. En ese compromiso intelectual e historiográfico contra la mentira estamos algunos.

* Historiador