El asunto quizá puede no ser que si tu voto va a recalar finalmente en el PSOE para qué vas a votar a Más País, el nuevo partido de Errejón. Es un planteamiento que resulta en parte válido, pero no es el único y ni siquiera el más afilado. Si la diferencia principal es que, en el caso de optar por Unidas Podemos, tu voto se quede ahí o pueda quedarse ahí, en la conserva ideológica, porque sabes que toda historia se reescribe a sí misma y es más que probable que Pablo Iglesias no acepte cualquier pacto con el PSOE, o que, por cargar la suerte también al otro lado, Pedro Sánchez le haga otra vez la cama a Pablo Iglesias con su nuevo colchón de guante blanco, mientras que, si votas a Más País, tu voto puede ir a llegar hasta el PSOE -y para eso mejor votar directamente al PSOE-, entonces es verdad que tanto Más País como sus votantes potenciales podrían haberse quedado como están, que era el vacío sonoro del paraíso imposible no solo en la conquista de los cielos, sino en el más acá. La solución puede ser otra: parece evidente que Íñigo Errejón siempre ha sido partidario de pactar con el PSOE, pero si votas por Más País desde una posición más a la izquierda al menos te garantizan una especie de control por ese límite del espectro ideológico, una especie de oficina de la observación de la izquierda dentro del posible gobierno encabezado por Pedro Sánchez, que ideológicamente es un satélite dispuesto a gravitar en torno a cualquier planeta. El análisis serviría en una situación normal; pero ocurre que nuestra fotografía pública está atrofiada por los espejos cóncavos y convexos del Callejón del Gato y hace falta un nuevo Max Estrella moribundo que cruce el esperpento de un Valle-Inclán vivo para denunciar la ceguera de nuestra realidad, como si votar fuera exactamente lo mismo que no hacerlo. Porque a pesar de los brillos retóricos, quien sí ha hecho sorpasso entre la izquierda ha sido Pedro Sánchez, dispuesto a ser el primero de lo que sea.

* Escritor