El diccionario de Oxford aceptó, en 2016, esta palabra: la «posverdad». La Real Academia de la Lengua la incorporará al Diccionario en diciembre. Se utilizó, por primera vez, en el año 2003. Pero se ha hecho más popular, ha crecido y se ha extendido como el viento, en los dos últimos años, a raíz del Brexit y de las últimas elecciones estadounidenses. Y desde luego, ha tenido un efecto multiplicador extraordinario en las redes sociales. Se ha dicho que «posverdad», «hechos alternativos», son nuevas maneras de decir «mentiras», efumismo para un concepto muy antiguo. Entonces, si la mentira siempre ha existido en politica, ¿qué es lo nuevo? ¿Por qué la mentira es ahora más eficaz? Por una fácil razón: porque cuenta con el poder de las redes sociales. Basta una palabra sacada de contexto o una imagen seleccionada o aún peor, trucada, para que una verdad se convierta en «posverdad», es decir, en mentira. ¿Se pueden señalar culpables de este nuevo fenómeno? Más que de culpables, deberíamos hablar de participantes en el proceso de la «posverdad». Y así, entramos todos: los medios que seleccionan una parte del todo; las redes que divulgan todo lo «divulgable», a ver si cuela y aunque no cuele, a ver si impacta, que es uno de los elementos de la «posverdad», junto a la emoción, el llanto, las lágrimas, el furor, la rabia, la justicia en nuestras manos, las decisiones en caliente, la reacción multitudinaria, etc. Y cada uno de nosotros, que nos «creemos lo que nos echen». Un misionero africano explica este tema: «La posverdad es la manera de presentar la realidad en la que los hechos objetivos pierden valor a favor de las emociones y las creencias de quien las explica y, sobre todo, de quien las leerá. Emocionar al lector, agitar su mundo interior, conseguir que quede impresionado, conmovido, esta es la clave fantástica, aunque para eso tengamos que retorcer los hechos, esconder algunos detalles significativos, exagerar otros e, incluso, que aparezcan situaciones que se habrían podido dar allí, pero que de hecho no existieron. Ahora lo llaman posverdad. Y ¿por qué no lo llaman manipulación o directamente fraude?».

* Sacerdote y periodista