Últimamente estamos acostumbrados a ver en la televisión noticias referentes a ciertas agresiones que se producen en centros de salud, hospitales y servicios de sanidad a facultativos y enfermeras. Yo, por supuesto, lo condeno. Pero esta carta va dirigida a esos inspectores y facultativos que no cumplen con su oficio como deben, y solo se dejan guiar por mentiras y estadísticas, haciendo caso omiso a pacientes que van con informes y todo correcto, como le ha pasado a mi marido, que le han dado el alta para trabajar sin esperar a ver unas pruebas que llegaron justo dos días después y estas confirman por los especialistas que necesita estar en tratamiento y de baja.Señor inspector, doctora médica de familia, no hagan trampas y no traten a justos por pecadores. Oculto el nombre de estas personas que se creen mejores que nadie y se «ríen» del enfermo en su cara y le cuentan otra cosa distinta. Mi marido, como muchos pacientes, no tiene culpa de lo que os exigen, salvo esperar que se les trate con el mismo respeto y educación que exiges para vosotros. Allá vuestras conciencias, y espero que se haga justicia.