Jamás se desterró en la vieja Córdoba a la belleza. Muy al contrario, la hemos conservado en patios y callejas. En Córdoba jamás se abusó de ella ni se la negó sino que se han mimado espacios especialmente reservados para ella.

Durante estos días se ha manifestado, en cada uno de sus tabernáculos sin techo, una belleza nada opresiva aunque sí cautivadora. Equilibrio de luz, colores y sombras.

No se puede acudir a la razón para disfrutar de ese colorido que como cristales retiñe en el ambiente.

Némesis, diosa de la medida, vela por el equilibrio entre contenido y continente, guardiana de los límites en que debe pavonearse tanta belleza. Vienen de lejos a Córdoba para verla.

No verán Poder en Flora pero sí la Grandeza de unir el cielo y la tierra. Quienes dan la espalda a la naturaleza y se avergüenzan de ella en Flora son conquistados por tan excelsa belleza. Aquí en Córdoba se olvidarán de sus miserables tragedias porque no se amputa la naturaleza sino que artísticamente se la recrea.

El espíritu histórico de sus rumores y el artístico del mundo entero se han reunido para encender el fuego de la libertad de quienes luchan por la belleza. Muchos aquí vienen porque no pueden prescindir de ella.

Flora es como Calipso que retuvo a Ulises para que elijamos estar aquí junto a la inmortalidad o tener que regresar a nuestras tierras.

<b>José Javier Rodríguez Alcaide</b>

Córdoba