Si tienes prevista una cita con la Reina Isabel para tomar el té o tu intención es trabajar ante las cámaras de la BBC, quizá no necesites leer este artículo. Ahora bien, si vas de escapada a Londres y quieres entender al recepcionista del hotel o al personal de la estación de tren, te pueden interesar estas líneas.

No se preocupen, tenemos un ejército de profesores que luchan día a día contra el sistema educativo para que nuestros alumnos sean capaces de mantener una conversación en un aeropuerto, que sean capaces de pedir una hamburguesa con queso cuando se vayan de Erasmus. Entonces, dejémoslo claro: queremos comunicarnos. En el hipotético caso de que dominemos la perfecta pronunciación de los sonidos que nos enseñan en el colegio no cabe duda de que allá donde vayamos entenderán nuestro discurso, pero probablemente tengamos que pedir que nos repitan una y otra vez lo que el otro hablante pretende decir. Puede ser que tengamos la suerte de dar con algún hablante nativo con este acento, pero si eso ocurriera, yo iría directamente a una administración de lotería más cercana a comprar un boleto ya que se estima que tan solo un 8% de la población angloparlante pronuncia con este acento, entre ellos la reina. ¡Sería nuestro día de suerte!

Por tanto, es imposible no preguntarse: ¿Por qué estudiar la pronunciación «recibida» (así es como la llamamos entre profesores) si no la habla prácticamente nadie? Exactamente, no tiene sentido. Recuerdo cuando estaba estudiando en Inglaterra y mis padres vinieron a visitarme. Mi padre, que se defiende un poco con el inglés (o eso creía), llegó un poco aturdido porque él preguntaba por la estación Can--Ter-Bu-ry West y no entendía al revisor pronunciar «C’ntbryw’st». Mi padre me dijo: «me he dado cuenta de que no sé ni papa de inglés». Pero no creo que fuese así. Aquí está el problema. Cualquier aprendiz del idioma se decepciona si viaja al extranjero o conoce a algún hablante nativo. Y es normal. Si lo vemos así, no nos rentan los años de instituto estudiando tablas de verbos irregulares y formas gramaticales infinitas. Por supuesto que es necesaria la gramática y el vocabulario, pero igual de importante es la pronunciación y, sobre todo, la pronunciación real.

Cada vez son más los profesores conscientes de la importancia de la enseñanza de los aspectos suprasegmentales en la pronunciación. La pronunciación de los aspectos segmentales sería, por ejemplo, enseñar a pronunciar las vocales y consonantes. Mientras que, los aspectos suprasegmentales tendrían que ver con el acento en las palabras y en las oraciones, característica indiscutible del inglés. Sería algo así como explicar cómo nosotros pronunciamos la palabra «cordobés» en nuestro acento cordobéh.

Pues bien, nunca descartaremos nuestra cita con la reina ¿quién sabe? Mientras tanto, vamos a intentar valorar más estos aspectos que tanto enriquecen el inglés y que, por supuesto, nos ayudarán a pedir esa cervecita que tanto necesitamos en una jornada de turismo.

* Alumna del doble máster de Profesorado y Estudios Ingleses y graduada en Estudios Ingleses