Cuba suele estar siempre de actualidad, en estos días acentuada por el cambio de presidente del país. He impartido cursos en varias de sus universidades. Me gusta pasear por las calles de sus ciudades, conversar con la gente y disfrutar de la cordialidad de sus habitantes. Pero muchas cosas son harto incomprensibles.

En el país conviven dos monedas, el peso cubano --también llamado moneda nacional o CUP-- y el peso convertible o CUC. Este último pretende ser equivalente al dólar y cada CUC equivale a 25 CUP. Los salarios y las pensiones de jubilación las reciben los cubanos en moneda nacional o CUP.

Gran parte de los habitantes de la isla deben tener una desaforada pasión por los artículos de marca porque les gusta lucir ropas, calzado y complementos de las renombradas: Adidas, Nike, Puma, etc. Curiosamente, cantidad de barras y estrellas yanquis adornan dorsos, torsos y rotundas nalgas. En las zonas wifi, gran parte de la población manipula el teléfono móvil o celular ---como lo denominan aquí− e incluso tabletas o computadoras portátiles.

Lo más sorprendente y por ello titulo así el artículo, radica en que los salarios mensuales habituales oscilan entre 250 y 500 CUP (10 o 20 euros). Algo mayores son los sueldos que reciben los médicos especialistas, unos 50 o 60 euros. Pero en las calles cantidad de personas además de las marcas y los celulares, suelen llevar tatuajes −que les cuestan un buen dinero− y los jóvenes varones lucen un −a mi juicio, horrible, esperpéntico y sofisticado− estilístico corte de pelo.

Las familias celebran --con todo lujo-- los quince años de sus muchachitas, plasmados en reportajes fotográficos de altísima calidad. Por San Valentín los enamorados, seguro se gastan --calculo-- en restaurantes y discotecas, por pareja, el equivalente a dos o tres meses de salario mensual.

Entre bloqueos, huracanes o ciclones lo cierto es que los precios de los artículos de alimentación o electrodomésticos --salvo los de bodegas y tiendas estatales o mercados agropecuarios, en moneda nacional-- son dos o tres veces superiores, incluso en marcas blancas, a los que encontramos en España.

El Gobierno de la isla está muy interesado en acabar con la duplicidad de moneda y el propio Raúl Castro, en su intervención en la Asamblea Nacional de Poder Popular, a final del pasado año, manifestó la necesidad de actuar sobre los salarios y precios.

Sorprende que mucha población cubana, con la escasa disponibilidad salarial, acceda y luzca unos bienes prácticamente inaccesibles por sus precios. Se están comprando y vendiendo los destartalados Ladas --un modelo de vehículo soviético con más de veinticinco o treinta años-- por el equivalente a 25.000 o 30.000 euros. No es raro, cuando se camina por las calles, observar habitaciones o salas de viviendas con muebles desvencijados y paredes desconchadas pero, eso sí, oyéndose, a todo volumen, equipos megafónicos de más de mil CUC --diez años de salario de muchos-- y enormes televisores.

Algún amigo cubano, que va y viene, me ha confirmado que ha visto viajar a Panamá, en clase preferente --quizá para poder embarcar más equipaje-- mulatonas de mediana edad que regresan a Cuba cargadas de ropa y electrodomésticos que venden en la isla. Con esta práctica parece ser que amortizan el viaje --unos 900 euros por pasaje-- y viven como unas reinas. Por supuesto que esta operación la repiten otros muchos cubanos, viajando a Miami e incluso a Rusia.

La trascendental incógnita es cómo puede llevarse a cabo este lucrativo negocio mercantil con los existentes niveles salariales. Me dicen que, en parte, es por la FE --familiares en el extranjero-- y, en términos generales, por lo que ellos denominan «resolvedera» o «la lucha».

Ningún sistema ni doctrina económico-social puede explicar, ni racional ni teóricamente, esta visión de Cuba. Solo puede tener parangón con el milagro de la multiplicación de los panes y los peces y, casi me parece, que el episodio evangélico no llega a ese nivel.

Trasponiendo este milagroso hecho a España, en virtud de la escala y proporcionalidad, contemplaríamos en nuestro país a personal con salarios bastante inferiores a lo mileurista, e incluso a los ninis y nininis, luciendo ropa de Armani o Dior a diario, a bordo de impresionantes Maseratis, Mercedes o Ferraris, en urbanizaciones de lujo y agotando, en los mejores restaurantes Michelin, las reservas de auténtico caviar ruso y de champán Don Perignon.

* Doctor ingeniero y académico