Usted qué es? «Yo soy periodista y escritor». Empecemos con lo de periodista. Cuando éramos jóvenes solo considerábamos periodistas a los que tenían una adecuada preparación académica y se dedicaban a la información. Éramos muy clasistas, la verdad. Y nos asesinaban un poco menos que ahora. Admirábamos a los grandes periodistas de a pie, los que se habían dedicado al reportaje, a la información, a la entrevista. Y mirábamos con el rabillo del ojo a aquellos que eran locutores de radio o presentadores de televisión, porque sus cualidades no nos parecían completas. Luego, aquello evolucionó y ya todos tuvieron carrera universitaria y unos se dedicaban a los gabinetes de prensa; otros, a la prensa escrita y otros, a los medios audiovisuales. Pero surgió un híbrido denominado «periolisto-tertuliano», que se dedicaba a decir disparates en programas televisivos de chismorreo y a nosotros se nos revolvían las tripas cuando los llamaban «periodistas». A partir de ahí, surgió el amarillismo y el desprestigio de la profesión. Bajaron los sueldos, cesaron a los veteranos, contrataron a jóvenes y todo empezó a cambiar.

Por otra parte, nosotros aspirábamos a ser incólumes. No nos afiliábamos a partidos políticos y queríamos ser puros. Pero ahora, tanto los de la televisión, como los de la radio y los de algunos periódicos tienen incluso la desfachatez de tomar partido por un político, como ha pasado recientemente en las primarias del Partido Socialista Obrero Español, que presionaban con cierto descaro en favor de la candidata oficial, Susana Díaz, y despotricaban del que finalmente ganó, Pedro Sánchez. Vivir para ver. Insultan, arremeten, atacan como si fuesen políticos aforados. Si desarrollaran esa labor arrogante y partidista en algunos países latinoamericanos no serían tan gallos y más de uno cantaría la gallina de miedo.

Y ahora lo de escritor. Se trata de alguien que vive de otro oficio --puede ser periodista o profesor-- y que ha publicado 30 o 40 libros, que no le aportan ningún rendimiento económico, y que para estar en el candelero o por simple vocación publica textos en los suplementos o en las páginas de opinión de los periódicos y revistas. Hace treinta años lo hacía para obtener unos emolumentos extras, pero ahora con la crisis y los vaivenes de la vida, lo único que le queda en la sociedad para que no se olviden de él es publicar gratis, y eso si tiene suerte y lo hace bien, pues muchos ni de balde. Volviendo a los libros, el escritor publica donde puede, y a veces se compromete en la compra de ejemplares para que acepten la edición, otras convence a instituciones para que lo hagan y así va creando un currículum que por mucho que engorde se desenvuelve en la más absoluta invisibilidad.

Si el escritor es jubilado, el Gobierno español lo castiga a no ganar premios, a no cobrar emolumentos, a no dar conferencias por un valor superior a los 9.000 euros anuales, bajo pena de perder su pensión. Imagínense la visión y el sentido cultural del Partido Popular en el Gobierno, que ni siquiera es capaz de crear un Ministerio de Cultura, sino algo que comparte con la Educación y el Deporte. Que aprendan de Francia, que hay un Ministerio de Cultura, otro de Educación y un tercero de Enseñanza Superior, Investigación e Innovación. La idea es empobrecernos y crear una anemia intelectual crónica que no permita el desarrollo de España, que elimine la inteligencia y desaparezca el alimento cultural que le da vida a un pueblo.

* Periodista y escritor