Entre las herramientas que se entrega a cada diputada/o al tomar posesión está un teléfono móvil, además de una tableta. No creo que la finalidad sea que se desarrolle un debate subterráneo a través de los cientos de WhatsApps mientras que los oradores hablan durante la sesión. Pero así ha ocurrido masivamente en la última investidura fallida de Pedro Sánchez. Un reportaje de televisión mostraba con claridad que muchísimos diputados (señalados con círculos en la pantalla) estaban volcados en sus móviles, faltando al respeto al que tiene la palabra. El debate o mercadeo oculto ha ocurrido en, al menos, dos ocasiones conocidas. En una de ellas, Zapatero desde fuera contactó con Pablo Iglesias para que renunciase al sillón del Ministerio de Trabajo por las «Políticas Activas de Empleo» cedidas ya a las autonomías.

En otra ocasión durante el debate, alguien de Unidas Podemos ha comunicado por móvil con la presidenta para pedir un receso de 5 minutos para negociar. La presidenta del Congreso ha pedido «permiso» a Adriana Lastra, que ha consultado con Sánchez, y este dijo no. Así, Meritxel negó por WhatsApp la demanda de Unidas Podemos y no hubo receso por decisión del presidente del Gobierno en funciones. Increíble.

Se pone así de manifiesto una debilidad no totalmente resuelta del sistema de monarquía parlamentaria. No está garantizada la independencia de los políticos que acceden democráticamente a cargos institucionales de las tendencias de su partido. En teoría, deberían ser independientes de todos los políticos sean del partido que sean. Pero la realidad nos muestra que esto es inevitable. Así ha ocurrido casi siempre con las Presidencias del Congreso y del Senado del Estado español. Algunas/os lo han hecho mejor que otras/os, como Gregorio Peces Barba (q.e.p.d.) y Ana Pastor, reconocidos por tirios y troyanos. Han ocurrido muchas situaciones semejantes en parlamentos autonómicos, que no son del caso relatar aquí.

En una democracia parlamentaria presidencialista, el jefe del Estado es ordinariamente un político reconocido y que ha sido elegido por los ciudadanos y, por tanto, puede tener un sesgo hacia los intereses de su partido. Su imprescindible independencia es casi imposible. Una de las pocas ventajas del sistema monárquico es la teórica independencia política del Rey o la Reina.

De nuevo se constatan los peligros de las nuevas tecnologías, que van creciendo en importancia en la evolución de la Humanidad. Dan Brown (autor de El código a Vinci) predice en su novela Origen el futuro al responder a la pregunta ¿hacia dónde vamos? en el contexto de la controversia permanente del binomio ciencia-religión. La respuesta es preocupante: un dominio de la tecnología sobre la Humanidad, que paulatinamente perderá el protagonismo actual para que la robótica, la inteligencia artificial, los ordenadores cuánticos, la incorporación al cuerpo de los humanos de infinidad de sensores y actuadores, etcétera... tome el dominio de la tierra. El hombre debe ser consciente de que una gran innovación global puede que sea gravemente contraproducente e irreversible.

* Profesor jubilado de la UCO