Los devastadores incendios de Grecia (con casi 120 focos activos en todo el país) y con la tragedia de al menos 74 muertos en la costa nordeste de Atenas, ponen el acento en la fragilidad de nuestro ecosistema, y en la necesidad de los países del Mediterráneo de estar alertas ante situaciones que, naturales o provocadas, tienen gravísimas consecuencias en vidas humanas y en preservación de la naturaleza. En estos momentos, el drama de Grecia conmueve al mundo, con las durísimas imágenes, la muerte de familias enteras que no consiguieron escapar de las llamas, y la dificultad de los equipos de bomberos para extinguir frentes que continúan vivos pese a los refuerzos terrestres y aéreos. Más allá de las primeras ayudas, en los próximos días y semanas deberá comprobarse la solidaridad de la UE para con el país heleno.

El año pasado el terror del fuego alcanzó a Portugal, también con tintes trágicos. En España, y en Andalucía, la llegada del calor provoca muchos fuegos --pastos, cereal, bosque bajo-- que por ahora no han sido muy graves. Las labores de prevención y de limpieza de los montes son claves, así como el evitar conductas de riesgo. Hasta el 15 de octubre Andalucía estará en alerta. En Córdoba velan 450 efectivos del Infoca, que han expresado descontento laboral, pero ahora debe primar la responsabilidad, aunque la Junta de Andalucía también debería ser sensible a sus demandas.