El ingreso mínimo vital será una realidad y se avanza a mayo. Tras las ventanas, la precariedad se hunde de forma vertiginosa en la pobreza. Será difícil que el subsidio consiga frenar los efectos demoledores del virus, pero amortiguará el golpe. Son evidentes las dificultades añadidas que ha supuesto afrontar la pandemia con un Gobierno de coalición recién estrenado. Pero los ataques desmedidos de parte de la oposición (fuera de toda prudencia y cordura democrática) han hecho adulto al nuevo Ejecutivo en un tiempo récord. Los semblantes se han cubierto de gravedad, las palabras de mesura, también de humildad. Cuando los muertos se cuentan por cientos cada día, no hay lugar para la vanagloria. Sean bienvenidos los tira y afloja entre los miembros del Gobierno, si siguen traduciéndose en más medidas sociales. Solo en ellas encontrarán el pegamento y el impulso para seguir trabajando juntos. Basta mirar atrás, a la gestión austericida de la crisis del 2008, para saber todo lo que no debe hacerse.

* Periodista