Podría haber sido un acto conmemorativo del 40 aniversario de la Constitución, que no solo es de ricos, sino también de pobres, ni es solo de conquistas y derechos, sino también de carencias y contrastes, pero no estaba contemplado en la agenda conmemorativa, ni asistieron todas las altas instancias que tanto se movilizan en otros eventos, porque se trataba de pobreza, y la pobreza escuece.

El acto lo organizó la Asociación para el progreso y la modernización de Córdoba Futura, alertándonos de que el futuro de una sociedad no se conquista de espaldas al 27% de población en riesgo de exclusión y de las 30.000 personas con pobreza severa de nuestro entorno. Y el marco elegido fue el Colegio de Abogados, para señalar que los pobres lo son por ausencia de derechos y por falta de justicia.

Es habitual hablar de infraestructuras, de intereses y rendimientos, de la producción, de las expectativas de la economía. Es menos frecuente hablar de las necesidades de las personas. Y desde luego, es casi insólito, organizar un acto para hablar de pobreza y para escuchar directamente a los pobres hablar de su situación, lo que ocurrió hace unos días en nuestra ciudad. Iniciativa que me recordó la Mesa permanente de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social que puso en marcha en 2010 el Defensor de la Ciudadanía de Córdoba con la presencia de los colectivos sociales que intervienen sobre dicha materia, el decálogo reivindicativo que se elaboró, la campaña de sensibilización realizada, unas jornadas de análisis de varios días que se desarrollaron en el Rectorado de la UCO, y la edición y presentación de un informe monográfico sobre la pobreza en la provincia de Córdoba, tras una ardua investigación sobre recursos, rentas, intervenciones, demandas de viviendas y prestaciones, empleo, pensiones, etc que contó con la colaboración de Hacienda, Ayuntamientos, delegaciones de la Junta y colectivos sociales, iniciativas que no han tenido continuidad.

En este caso, lejos de los datos estadísticos de la vergüenza, del discurso políticamente correcto, sin pudor y con el respeto y complicidad de los oyentes, tomaron el micrófono las personas en situación de pobreza económica para hablarnos sobre su propia situación, sentimientos y lucha por la existencia, desnudándose ante los presentes de forma descarnada. El Chache nos dijo lo que se siente cuando un padre de familia se levanta cada mañana sin trabajo y sin expectativas, nos señaló que los pobres no se sienten culpables de donde nacieron ni donde viven, sino estigmatizados y víctimas de una estructura y unas circunstancias que los condenan. Favour testimonió que, pese a que su marido lleva meses en un semáforo llegando con 6 o 7 euros diarios a casa, y de que la han engañado varias veces empresarios sin escrúpulos que no han cotizado por su trabajo, tiene dos piernas que la trajeron desde Nigeria hasta aquí y dos brazos con los que sostener a sus hijos y el coraje para hacerlo. Y Antonio que no quiere migajas de prestaciones, sino un trabajo digno en el que poner todas sus capacidades que le saque de la maltrecha situación que padece. El análisis de los servicios sociales fue el contraste de la falta de medios y de la perversión de un sistema donde no hay una ventanilla única de ayudas sino un rosario de peticiones y una carrera de obstáculos burocráticos y administrativos.

Al final, como indicó el director del Colegio Albolafia, los invisibles fueron visibles al menos durante unas horas para quienes quisieron acompañar un acto, que no era académico ni cultural ni político, sino de sensibilidad humana, de decencia y dignidad.

* Abogado y mediador