Está claro que el que no llora no mama. A todos nos vino muy bien la Constitución de 1978, pero a unos más que a otros. La Transición será recordada en España como una etapa ejemplar y espectacular. La tolerancia se impuso y se renovaron todas las instituciones jurídicas, administrativas, económicas, sociales y políticas del Estado y de las regiones, hoy comunidades autónomas. Se reconocía la diversidad del territorio nacional y el Estado comenzó a descentralizarse traspasando competencias impensables. Los avances, en todos los ámbitos, fueron impresionantes y así lo reconoció la comunidad internacional.

Yo, transicionista convencido, tengo que reconocer que alguna cosa se hizo mal y que está trayendo nefastas consecuencias para el conjunto de los españoles. En primer lugar, tendrían que haberse definido con claridad y detalle las competencias del Estado central. Con mucho detalle. Concretar lo común. Lo intocable. Definido lo común, lo intransferible, todo lo demás se podría transferir. Como no se hizo, ello ha conducido a un maremagnun de diferencias, a veces insoportables entre CC.AA., y nos encontramos con que cada comunidad, después de 40 años, tiene diferente grado de autonomía. Una cosa es la diversidad cultural de las regiones de España y otra la desigualdad que conlleva la aplicación de las leyes, cosa que desde hace años se debería de haber evitado. Nunca entendí demasiado bien una ley electoral que premia la concentración del voto, favoreciendo a los --hasta ahora-- insaciables nacionalistas. Víctimas de esa ley electoral han sido Izquierda Unida y UPyD, por citar dos casos muy conocidos. Afinando más puedo decir que la ley electoral ha privilegiado sobremanera a vascos y catalanes, en detrimento del resto de españoles. Como estas Comunidades siempre han tenido -y siguen teniendo-- una representación desproporcionada en relación al número de votos se han podido permitir -cuando las condiciones se han dado- estrujar y chantajear al Gobierno central con peticiones que han resultado sumamente beneficiosas para ellas. Aparte de gozar de las rentas más altas -en general y en este caso particular los Nortes son más ricos que los Sures-- disfrutan de un grado de autogobierno superior a cualquier otra comunidad. Eso no es óbice para que sigan pidiendo y pidiendo y pidiendo y... pidiendo. Carecen de escrúpulos para pedir. Los espectáculos recientes --casi diarios--- del PNV y del PdCat con Pedro Sánchez no son sorprendentes, pero los resultados están conformando un país cada vez más desigual y cada vez más insolidario... Y en este sentido tengo que decir que no me gusta saciar a los glotones --políticos, se entiende-- a costa de desmejorar a los más débiles. Esto es lo que ha hecho el PP y lo sigue haciendo el PSOE. ¿Por qué?: ¡That is de question! Curiosamente nadie habla de cambiar la ley electoral. ¿Por qué?

Para mi desgracia no entiendo por qué un licenciado catalán puede presentarse para ser profesor en Murcia o en Andalucía y un andaluz nunca podrá hacerlo en Cataluña si no domina el catalán. O sea que ¿legalmente? se privilegian territorios y se genera desigualdad. ¿Una ley que genera desigualdad manifiesta es justa? Si tocamos el tema de traslado de presos... Por lo visto ser vasco y catalán genera un plus. Y si además eres político... un super-plus. Los presos fontaneros o médicos lo tienen crudo. Los encarcelados de Murcia o de Canarias pueden estar en La Coruña y allí se quedarán. Nadie habla de aproximarlos a sus familias. Toquemos las famosas policías autónomas... ¿Por qué sOlo las tienen superdesarrolladas las Vascongadas y Cataluña? ¿Por qué un mosso o un ertzaintza tiene que cobrar bastante más que un guardia civil o una policía nacional? Nada es casualidad y alguna palanca, política por supuesto, ha tenido que funcionar. Si se busca, hay bastante más.

Tengo que admitir que en España existen comunidades bobas y listas y tanto la bobería como la listeza se han institucionalizado porque las regiones más españolas han comprendido a los incomprendidos catalanes y vascos. ¡Y encima se permiten pedir más dinero y decir que no los queremos! ¡Hartito me tienen porque han gozado de privilegios desde el principio! Lo dicho: ¡El que no llora, no mama!

* Docente jubilado