Decir patio es sinónimo de Córdoba. Son seña de identidad de la Ciudad Califal. Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Cada uno tiene su alma. El patio es un lugar para compartir y disfrutar de confidencias, encuentros, amores... En ellos se suspende el tiempo, cobran y ofrecen vida anhelante. Son parada imprescindible. Tienen memoria, es imposible que pasen inadvertidos, principalmente debido a su singularidad. Sobre el contraste de la pared encalada, con el cielo impoluto de fondo, estalla la sublime belleza, y la explosión del conjunto de color y luz, que parece que imprime carácter, que enloquece... La esencia de la inspiración. Aunque el componente principal son las flores, hay otro tipo de adornos como platos decorativos, imágenes religiosas, utensilios antiguos, fuente, pozo, lavadero, etc. Entre las flores que más abundan se encuentran, las gitanillas, claveles, geranios, buganvilla... ¡todo un festival cromático y de aromas! El patio se ve reflejado en la obra de pintores como Sorolla o escritores como Antonio Machado. El patio abre su cancela y derrama sus entrañas, mostrándonos la íntima huella de un inabarcable universo, que arde en la cresta del fuego de cada maceta, de cada rincón, de cada piedra, incondicionalmente. Los patios son un lugar perfecto para desarrollar recitales poéticos, sobre todo en mayo, que es cuando se encuentran en su máximo esplendor. Un año más la Biblioteca Provincial de Córdoba y los club de lectura hemos organizado las rutas literarias. En esta ocasión la poeta invitada ha sido Juana Castro. La creadora del Valle de los Pedroches, de dilatada y reconocida trayectoria literaria nos introdujo en su obra, nos explicó muchos de los entresijos de sus composiciones poéticas, para mejor comprensión de la misma, y se leyeron sus poemas. «Con libertad, libros, flores y la luna, ¿quién no puede ser feliz?» (Oscar Wilde).