A veces creo que las palabras y los gestos, ya sean en los partidos de la vieja, la nueva o la novísima política, continúan alejando al votante de sus representantes, caminando hacia un peligroso divorcio.

Verán: los políticos cuajados no dicen las cosas con tranquilidad, con solidaridad o con sentido común. Los hacen dándole bombo desde la tranquilidad, desde la solidaridad y desde el sentido común. ¿Se ve usted de compras acercándose a la panadería para «ejercer el derecho» a comprar una telera desde la responsabilidad de que no hay pan en casa para el almuerzo? ¿A que no? ¿Y diciéndole al cajero del banco a la hora de pagar una multa de tráfico que «acato la resolución administrativa pero no la comparto»? Tampoco, ¿verdad?

Es como en la reciente constitución del Parlamento andaluz, con las coletillas que algunos diputados añadieron a la sencilla pregunta que se le formulaba al prometer o jurar el cargo, ya fuera «por imperativo legal», «por España» o por lo que fuera. Y que conste que puedo entender estas excrecencias formales que les salen a un simple «sí», e incluso estar de acuerdo con ellas. Pero coincidirán conmigo en que no ayudan demasiado a que la política se vea más cercana al ciudadano, dando cierta impresión de que los partidos están más pendientes de sus cosas, perdiendo el tiempo en ellas, que de trabajar directa y eficientemente en los problemas del votante.

No sé, pero imagínese a usted que en plena ceremonia de matrimonio cuando el sacerdote o el juez le pregunte si quiere casarse contestara: «Sí, por imperativo legal y por mis suegros». Me imagino la cara que pondría su pareja. Coincidirán conmigo en que al final la posibilidad de que concluyera la ceremonia de boda sería muy reducida, por mucha libertad de expresión que usted quiera explicar y hacer constar.

Y como este año se prevé cuajado de convocatorias electorales, hay que esperar que en lo político también esté repleto de palabras y gestos que, de un extremo a otro del arco político, se estarán alejando más y más de cómo siente, vive y se expresa la práctica totalidad de mortales.

Por cierto, y hablando del 2019, tenga usted feliz año nuevo. Que conste que no es una simple frase hecha ni se lo deseo por ningún tipo de imperativo: sea feliz. A secas.