La pasada semana me invitaron a impartir una corta ponencia en Málaga, dentro de una presentación comercial que una empresa distribuidora andaluza, CentroSur, organizó para sus clientes, instaladores y mantenedores del sector de la climatización. Traté de exponer la alternativa no contaminante de un nuevo fluido refrigerante, con el que se pretende cumplir con las medidas acordadas en el protocolo de Kioto para frenar el cambio climático.

Más de doscientas cincuenta personas congregadas en un prestigioso hotel de la capital vecina, cuyo interés en principio era el propio de la profesión y el negocio, se descubrían como artífices del giro que debemos dar a nuestro modo de actuar, imperiosamente necesario y que no admite dilación, si queremos revertir el proceso de destrucción al que hemos sometido nuestro planeta desde el inicio de la revolución industrial. Una grata experiencia que dejaba ver el afán, e incluso el gusto por convertir una actividad potencialmente contaminante en inocua.

Hoy he visto como un repartidor de paquetería pasaba con su rara bicicleta eléctrica delante de un no menos extraño triciclo de la empresa municipal Sadeco que, propulsado de la misma forma, realizaba sus labores de limpieza de nuestras calles.

Y al llegar a la oficina unos operarios de la empresa de inserción Solencor retiraban el papel, recopilado por nosotros en unas cajas dispuestas al efecto, y lo cargaban en un vehículo alimentado también con energía eléctrica.

Sin duda resultan insuficientes y son solo gestos, pero es evidente también que hemos cambiado el chip y que nos sentimos responsables de lo que ocurre y de la importancia de nuestra intervención en el imprescindible cambio de paradigma que hemos de propiciar.

Si logramos que la ecología y la sostenibilidad se haga cotidiana en nuestra vida, y que nuestros hijos crezcan acogiendo con naturalidad el respecto al medio ambiente, respeto que los mayores nunca debimos perder, es posible que seamos capaces de superar esta pesadilla que, a muchos nos preocupa sobre manera, aunque existan otros que, sin duda por ignorancia, quieren justificar.

Pero estamos cambiando. Se ve. Se palpa. Tenemos tiempo aún.

Estoy convencido de que vamos en buena dirección, acercándonos cada vez más a la mítica y utópica canción de John Lennon, Imagine.

* Ingeniero