Muchos otros calificativos podíamos añadir al devenir que se nos avecina, mas nadie se da por aludido y transigimos con el discurso demagógico del que tiene más ágil verborrea. Así nos va (y peor nos va a ir) a los españoles que, no ponemos el grito en el cielo cuando se habla con absoluta naturalidad de que en nuestro gobierno pueda participar o influir la ultraizquierda de Podemos con las consecuencias seguras que tendremos si ello llegase a ser así; y a estos radicales añadir toda clase de simpatizantes de terroristas, golpistas, independentistas, etc. Naturalmente será así ante la incompetencia del aspirante a presidente del Gobierno, el ególatra cuyo objetivo principal no es España ni los españoles, sino el Palacio de la Moncloa. En Navarra acabamos de ver las verdaderas intenciones de este señor.

Ya aparecen signos de las nefastas consecuencias de estar en el «desgobierno» de nuestro país el negado Pedro Sánchez. La economía empieza a resentirse, la ocupación laboral se estanca, las libertades decaen, los valores morales se hunden, la enseñanza se utiliza para el adoctrinamiento, etc. Esta situación es un duro golpe a los ciudadanos, cuando observamos que el principal propósito del Sr. Sánchez es estar en su palacio, utilizar las instituciones del Estado y sus medios en provecho propio, reavivar personas o hechos históricos contra el deseo del pueblo, adoctrinar en los centros de enseñanza, imponer la perversa ideología de género, infamar a quienes no piensen como él, y denunciar o sancionar a quienes se opongan a sus nefastas instrucciones.

Es asombroso que en estos días, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, ha censurado a San Agustín por delito de odio. En España se dan muchos Zuckerberg; es lo que toca en estos tiempos, pero somos tan cómodos que «pasamos» de todo ello y nos dejamos llevar por quienes nos emboban con sus sermones políticos.