Desde su fundación por el ingeniero Guillermo Rovirosa Albert (1897-1964) como organización de la Iglesia de Roma, de sobra es conocida la labor de la Hermandad Obrera de Acción Católica, puente entre la referida institución universal y la clase obrera. Fue, y aún sigue siendo, un modo de entender y de vivir tanto la vida como la lucha obrera, modo que no requería pertenencia a sindicato o partido político alguno, organizaciones con las que nunca pretendió entrar en competencia. Consiguió la HOAC, desde el año 1946, que tras la Guerra Civil muchas personas alejadas de la Iglesia percibieran que la preocupación de esta por los desfavorecidos continuaba viva. Aquellos adelantados a su tiempo fomentaron una espiritualidad llena de compromiso social, muy alejada de las posiciones caritativas al uso por entonces, y a través de la cual los propios obreros creyentes ejercieron de apóstoles entre sus compañeros, participando con ellos en la mejora social de nuestro país. Su objetivo fundamental fue la evangelización del mundo obrero, constituyéndose en la forma que la Iglesia adoptaba en dicho sector; ejercieron la misión de vivir, de anunciar y dar testimonio del Evangelio, siempre en solidaridad con los pobres de la sociedad.

La HOAC persiguió, ya desde su origen, que el mundo obrero en su conjunto hallara acogida en las estructuras eclesiales, enriqueciendo así a la Iglesia con su vida, sus aspiraciones y sus luchas, y abriendo al mundo aquella institución que hasta el Concilio Vaticano II mantuvo cerradas puertas y ventanas. Porque la HOAC, como realidad obrera que era y aún es, experimenta las mismas opciones del mundo al que representa. Sufre igualmente sus injusticias y trabaja mediante la acción de sus militantes, comprometidos en las organizaciones obreras y populares, por una liberación que lucha por construir una sociedad nueva; por otra parte, pretende difundir la presencia de la institución romana, entendida como signo anticipador del Reino, en el mundo del trabajo, si bien sin pretender alcanzar en la sociedad un protagonismo político alternativo o en competencia con el de las organizaciones obreras y populares: la HOAC rechazó desde un principio a aquellos partidos políticos y sindicatos confesionales promovidos por la Iglesia en contra de las bases obreristas. Por tanto, la Hermandad supo proyectar una imagen publica muy significativa que a muchos obispos llegó a asustar, a pesar de no ser, en realidad, sino una organización eclesial en y del mundo del trabajo, en solidaridad con la vida, lucha y aspiraciones de tantos trabajadores y trabajadoras. Recuerden en Córdoba testimonios como, entre otros, el de Paquita Campuzano, Antonio Roldán, José Gabriel Rabasco, Domingo Ruiz, Valerio Molina, Francisco Povedano, Rafael Panadero o Rafael Serrano, promotores algunos de ellos de las huelgas en la construcción en los años 70, y artífices de la popularidad que alcanzó la organización en nuestra diócesis, siendo pioneros en asumir las condiciones reales del mundo obrero en nuestra ciudad.

Ahora, su trayectoria obrera confesional y la de otros muchos militantes que acompañaron a la Hermandad quedará disponible, tras la reciente firma de un convenio entre la Conferencia Episcopal Española y la Federación de Movimientos de Acción Católica y la Universidad Pontificia de Salamanca, en los documentos que integran su archivo histórico, y que se hallan ya bajo la custodia de tan prestigiosa Alma Mater. Más de un centenar de cajas con actas, correspondencia de sus más de 70 años de trayectoria y otros materiales generados por dicho movimiento en toda España, así como el periódico Tú, publicado entre los años 1946 a 1951 y desde 1993 hasta junio de 2018, y la revista Noticias Obreras, cuya vida transcurrió entre 1948 y 2017, y que en su génesis fue conocida como boletín de la HOAC. La UPSA recibe igualmente materiales no catalogados del período 1994-2017. Dicho material estará disponible para su consulta por quienes estén interesados en investigar la historia de ese movimiento obrero cristiano que tanta relevancia adquirió durante el franquismo, la Transición y la etapa democrática que se extiende hasta nuestros días. Por su parte, será en la sede de la propia organización eclesial donde aún se siga conservando otro rico patrimonio documental, como son los papeles correspondientes a la Causa de Canonización del fundador, así como el archivo de don Tomás Malagón Almodóvar (1917-1984), quien fuera el segundo consiliario nacional, entre los años 1954 y 1964, hasta que de forma miope fue apartado por alguno de los mediocres jerarcas eclesiásticos del momento por considerarlo un contemporizador del marxismo y un desviado teológico, cuando en realidad siempre trabajó en aquella línea que más tarde el Vaticano II legitimaría y cuyo único propósito era el de renovar a la propia Iglesia.

* Catedrático