Hubo que esperar a la muerte del dictador y a la Constitución de 1978 para desagraviar a los que tras la derrota de 1939, se habían dolido de la pérdida de aquella España desgarrada por el odio. Sepultado en el Valle de los Caídos el cuerpo del dictador, España rescató la convivencia. Convivencia que el partido autodenominado del pueblo y a base de decretos, quiere no solo olvidar sino romper y no porque les importen los actos acaecidos durante la Guerra Civil, sino por meros interés partidistas, con la exhumación del dictador, por decreto cómo no y con fecha ya en la agenda. Fue a partir de mediados de los 70, en aquel tiempo de amnesia y claroscuros, intermitentes estallidos de metralla y sangre, cuando las fuerzas políticas se pusieron manos a la obra con el propósito de elaborar una Constitución que refundara y unificara la nación española. Después de tantas ilusiones vencidas, era difícil soñar, pero la Historia de los españoles debía continuar, crecer para la luz, la esperanza, la reconciliación. No volvamos a segmentar, facturar, destruir, nuestra nación, nuestro país.