La hipersexualización infantil es un preocupante fenómeno que no es novedoso, pero que se ha amplificado en estos tiempos de auge imparable de las redes sociales. El cine de Hollywood, desde la época de las lolitas, ya ha dejado huellas de esa tendencia que convierte a niñas o adolescentes en objeto de deseo sexual. De nuevo hay que poner en marcha todas las señales de alarma y abundar, por lo tanto, en la necesidad de luchar contra los estereotipos de género, y más, como es el caso, si afectan a menores de edad. La hipersexualización infantil no es más que una manifestación de un sexismo inadmisible e impropio de una sociedad avanzada. Niñas y adolescentes acostumbran a imitar patrones impuestos por la moda, la publicidad y la industria audiovisual. Es obvio que, en la mayoría de ocasiones, se les impone a través de esos modelos una sexualidad adulta para la que no están preparadas ni emocional, ni psicológica ni fisícamente. O que les pueden llevar incluso a problemas de salud, como son los trastornos alimentarios. Resulta, por lo tanto, imprescindible tener una legislación más estricta y que intente combatir, por ejemplo, los abusos de campañas que utilizan a las niñas como un reclamo con claras connotaciones sexuales. Y también sería deseable una mayor vigilancia, empezando desde las familias, de la exposición pública que hacen muchos menores a través de sus cuentas de Instagram.