En el entorno serio y de líneas puras del puente de Córdoba, resulta chocante la excentricidad de un enorme macetero compuesto por dos cilindros (también excéntricos) de colores chillones. A mí me recuerdan los de madera que parecidamente estropean el hermoso suelo de chino cordobés, en la Plaza de San Agustín.

Cierto es que, desde la reforma en el entorno del Arco del Triunfo (que ahora le ha dado a la oficialidad por llamar Puerta del Puente), se echa de menos algo de color por esos sitios. Pero ese hueco lo cubría con ventaja la hiedra verde que orlaba el famoso soneto de don Luis de Góngora, aquel de «¡Oh excelso muro! ¡Oh torres coronadas...».

Y como, al fin y al cabo, algo tiene esta carta de reclamación, me atreveré a esperar (quizá) de la sensibilidad de los responsables la retirada (cuando proceda) del dichoso macetero y la reposición de la hiedra.

<b>José Antonio Ponferrada</b>

Córdoba