Hay unanimidad en culpar a nuestros políticos del desastroso y bochornoso final de esta Legislatura, que puede usarse como ejemplo académico de lo que no debe de hacerse en política. La prevalencia de los intereses personales a los del partido y a la de los ciudadanos han dinamitado la estabilidad política imprescindible para avanzar, que es lo que necesitaban el Estado y los españoles.

En las encuestas de opinión, la clase política es reconocida como la segunda preocupación (83%) de los españoles después del azote del paro. Ni este dato tan ruinoso ha alterado la vanidad, la arrogancia, la sinrazón, las mentiras, los engaños etc. que nos han regalado nuestros políticos desde el 28 abril. Ahora, en vez de la lógica autocrítica se dedican a culpar del desastre a otros partidos. Así se vio en la última sesión del Congreso para el control del Gobierno. Mal camino para las próximas elecciones generales el 10-N. Habrá que aguantar estoicamente los discursos ya repetidos hasta la saciedad usando compartimientos estancos u orejeras de burro en un momento muy crítico para España, que lo va a ser más por los asuntos que están a la vuelta de la esquina: sentencias judiciales del proces y de los ERE andaluces, brexit abrupto, recesión económica creciente, desencanto de la ciudadanía, etc., con un gobierno en funciones y sin probablemente Congreso y Senado constituidos. ¡La que nos viene encima! Qué falta de sensatez, sentido común y responsabilidad de nuestros políticos.

La frase de «quien se mueva no sale en la foto» de Alfonso Guerra se aplica sistemáticamente en todos los partidos políticos. El líder (lamentablemente no lideresa) y sus incondicionales han limpiado de potenciales opositores internos en el partido para que sea solo la opinión y voluntad del líder la que prevalezca por encima de todo. Hay numerosos ejemplos, como el giro copernicano de Rivera a última hora ofreciéndose a Sánchez para pactar no se sabe qué, la lamentable desaparición del creíble y coherente Eduardo Madina en el PSOE por haberse enfrentado a Sánchez en las elecciones internas, la limpieza de Casado de todos los cercanos a Rajoy, la pérdida de Errejón, Bescansa, (casi) nuestra Teresa Rodríguez, entre otros en UP por discrepar con Pablo Iglesias, etc.

Como el líder solo quiere el poder, todos los demás acólitos deben remar a su favor y si hay que mentir y arrasar con un engreimiento y caradura notables, se hace para mantener el puesto. No creo que exista una democracia interna real en los partidos. ¿Todos los diputados del PSOE están de acuerdo con la postura oculta pero firme de la Moncloa de convocar otra vez elecciones generales desde el 28-A, aunque la han camuflado con escasas negociaciones para marear la perdiz? Esta situación pasará factura a la izquierda y favorecerá la abstención el 10-N: la cuarta elección de diputados y senadores en cuatro años con un coste de 140 millones de euros cada una de ellas más las subvenciones a los partidos en función del número de los diputados obtenidos.

El subtítulo de este articulo hace referencia a la existencia de estrategias ocultas dentro de los partidos que solo conocen el líder y unos pocos. Los Comités ejecutivos, congresos, etc., son de cara a la galería en la mayoría de los casos y las ruedas de prensa subsiguientes para el postureo. Estas estrategias son la fuente principal que marca el comportamiento del partido. Así Pablo Iglesias reclama poder desde 2016 en que presentó sin esconder nada su «equipo ministerial» para formar gobierno de coalición con el PSOE, Pedro Sánchez decidió con Iván Redondo desde hace 100 días que su estrategia pasaba por unas nuevas elecciones además de ocultar a los españoles sus intenciones. Albert Rivera cambió de rumbo en el minuto 92 del partido consultando solo con su núcleo duro y Pablo Casado ha impuesto una línea dura más propia de Vox y ha fichado como portavoz a la inefable Cayetana Álvarez de Toledo, aunque ahora parece inclinarse hacia la moderación.

Lamentablemente en la campaña electoral, que ya ha empezado, no hay ninguna lideresa; como casi siempre solo hombres son los lideres «natos». Eso no tiene remedio en estos momentos, pero sí que pueden plantearse estrategias de campaña sin crispación, sin arrogancia, con humildad, sin ataques duros a los competidores, con actitud positiva y constructiva, con apertura de miras y muy lejos de la posesión de la verdad absoluta. La actitud prepotente del presidente en funciones no fue la más adecuada al dar cuenta de su entrevista con el Rey desde la Moncloa (en vez desde el Congreso o la sede de su partido) y mostrarse enfurecido contra todos en la última sesión de control al Gobierno. Los 15 largos segundos que tardó en balbucear algo a la pregunta sobre el daño a los españoles al haber nuevas elecciones generales, fueron muy esclarecedores de la situación. No tenía al estratega Iván Redondo cerca.

Pido a los políticos que se respeten entre sí y tengan en cuenta el hastío que causan a los ciudadanos en la campaña electoral. Los augurios sobre la abstención el 10-N son muy preocupantes. El respeto y moderación de todos pueden ayudar a reducirla.

* Profesor jubilado de la UCO