Aquarius, Open Arms y otros muchos barcos que vienen y vendrán cargados de personas que huyen de la muerte, a la deriva en el mar. Solo el azar del destino hace que tú y yo no seamos una de ellas, pero bien podríamos serlo.

La catástrofe humanitaria que día a día vemos en nuestros mares nos da miedo, vergüenza, tristeza, impotencia; nuestros gobiernos miran a otro lado echándose las culpas unos a otros como si quisieran sacudirse la responsabilidad sobre la deriva inhumana de estas personas.

No olvidemos que Europa tiene gran parte de responsabilidad en esta situación, hemos esquilmado sus recursos naturales, contaminado sus ríos, les hemos vendido armas, hemos llevado nuestra basura tecnológica, hemos sustraído sus riquezas naturales para que nuestra Europa del bienestar pueda gozar de una «incuestionable» comodidad y desarrollo tecnológico.

Sí, claro que tenemos responsabilidad en que estas personas y otras muchas que vendrán, estén en peligro de muerte a la deriva en aguas de nadie . Seguirán luchando por la supervivencia como haríamos tú y yo si estuviéramos en su situación. Los gobiernos de la Unión Europea están obligados legal y moralmente a dar una solución a esta situación provocada de tragedia humanitaria y la ciudadanía también estamos éticamente obligados a exigir a nuestros gobiernos que planifiquen y empleen parte de los impuestos que pagamos a paliar en primera instancia y a evitar el sufrimiento que estamos ocasionando para mantener nuestro «intocable estado de confort y bienestar». Europa ha de planificar programas de acogida organizada que garanticen la vida humana, no podemos dejar que la indiferencia nos vuelva insensibles. Acoger a las personas refugiadas no es un asunto de caridad individual, es un asunto de justicia social y económica.