En Estados Unidos la rentabilidad del bono a dos años se iguala a la del bono a diez años, un indicador que anuncia una recesión económica. Nada nuevo. El sistema capitalista se mueve por ciclos económicos (como los ciclones, «son fenómenos naturales»; que saben aprovechar los que más tienen), pero también es que se está librando una guerra comercial entre los Estados Unidos y China, hay una deceleración económica en Alemania, una inestabilidad política en Italia y España...

Lo de España tiene migas. Cuesta tragar que nuestro país puede ser causa ni siquiera menor en una recesión global pero, por si acaso, me atreveré a dar una explicación de por qué es tan difícil formar Gobierno con la aritmética parlamentaria salida de las elecciones generales de abril, sobre todo si se tiene en cuenta los pactos PSOE-UP en ayuntamientos y autonomías. Porque la pegunta es de cajón: ¿por qué en esas instituciones sí y en el Parlamento no? Pues porque, como nos recuerda una alta representante del PSOE, «es en el Gobierno de la Nación donde se hacen las grandes políticas de Estado». No se puede decir más claro.

Naturalmente, en nuestro triste caso particular está implicanda la cuestión territorial, pero también es algo más general, profundo y grave. Laval y Dardot (a quienes cito en adelante) recuerdan a su vez (La nueva razón del mundo, Ed. Gedisa, 2013) que el ordoliberalismo de la UE, que encajaba con la social socialdemocracia surgida de la posguerra y dio lugar al Estado del bienestar, ha mutado a posiciones «ultras», estableciendo «la competencia como esencia y haciendo del mercado mismo el principio de selección de las leyes promulgadas por los Estados-nación».

De ser así, la duda en el PSOE de Sánchez, por las expectativas creadas con su «socio preferente» en dar la prioridad a las políticas sociales, tal vez sea cómo formar un Ejecutivo de izquierdas en «un Estado no árbitro entre intereses diversos sino socio de los intereses oligopolísticos en la guerra económica mundial». O, dicho de otra forma, en «un Estado convertido en una empresa al servicio de la empresa, que es la nueva razón del mundo». Está claro que tal gobernabilidad es para pensárselo dos veces -o dos meses- con un aliado como UP. Porque lo que se necesita y se exige es un Estado fuerte con un Ejecutivo cohesionado, homogéneo, y no una alianza con un partido de tendencias ideológicas que van desde la socialdemocracia de izquierdas a los antisistema y que pretende abolir (no solo reformar) la Ley Laboral, la Ley de Seguridad Ciudadana (ley mordaza), etc. Esta radicalidad de izquierdas desborda el sistema. De aquí que Sánchez, incluso tal vez a su pesar, busque librarse de la carga de UP y obtener la abstención de PP o C´s, que el neoliberalismo es mucho más que una ideología partidista y se niega a sí mismo como ideología en las políticas concretas, especialmente en aquellas que son «razón de

Estado». Y si esto no cuaja, habrá que convocar nuevas elecciones.

* Comentarista político