De ilusión, nada. De convencimiento, muy poco. De votar a la contra, «para que no salga...», o de votar con el río de las encuestas, en un proceso que se retroalimenta, algo ha habido. España ha votado y, al salir de las urnas una estructura de bloques izquierda-derecha parecida a la de las elecciones del 28 de abril, ha expresado más que nada un enorme cabreo. Del que se beneficia Vox. Y el PP, con votantes que regresan. Y que paga muy caro Ciudadanos, que tuvo en su mano ofrecer a España cuatro años más o menos tranquilos, con un gobierno moderado PSOE-Cs al que los independentistas no pudieran torcer la mano. Pero Albert Rivera se ahorcó con sus propias líneas rojas y Pedro Sánchez no movió los hilos necesarios para dar lugar a un acercamiento sincero. Como no los movió para llegar a acuerdos con Unidas Podemos, que también demostró intransigencia. Ahora todo indica que estamos de nuevo en la casilla de salida, pero con un clima más tenso, unas posiciones más radicalizadas, unos resultados endiablados en los que el PSOE gana perdiendo algunos escaños, el PP se repone algo y el bloque de derechas se redistribuye pero no tiene mayoría suficiente para gobernar... Es como chascarrillo «hacer un pan con una torta»: es decir, con los más caros ingredientes del pastel electoral terminamos elaborando un pan, que encima está duro, y nos lo tenemos que comer.

Pendientes estuvimos en la noche electoral de los resultados, y también de las posibles dimisiones, claro. Es de suponer que habrá Gobierno, fragmentado y de mayor complejidad que el que hubiera surgido tras el 28-A. Y negociando con ERC... Ese es el pan que se acaba de cocer, mientras en Andalucía se refuerza el PSOE -mejor para Susana Díaz-, crece el PP, se hunde también Cs a pesar de formar parte del gobierno de la Junta, sube Vox... Córdoba, más tradicional hasta votando, ha mantenido un solo escaño para Vox (aunque crece mucho en votos), otro para Unidas Podemos (que baja en apoyos), dos para el PSOE y dos para el PP, que se «come» el diputado de Cs. De poco servirán estos resultados para clarificar el futuro. Más bien muestran enfado y radicalización de la sociedad española.