De lo que más se echa en falta en esta campaña electoral es un compromiso en el relato de la mayoría de los partidos con lo que realmente necesita España para proveernos a los ciudadanos de un progreso dentro de lo posible y visible en la media de los países avanzados de la Unión Europea. Casi todos parecen estar más preocupados en captar el voto a través de la crítica de los adversarios que de proponer un proyecto claro y contundente que aborde los problemas actuales, que por cierto no son los mismos que en las últimas elecciones y no porque hayan surgido nuevos, que también, sino porque no se terminan de solucionar los antiguos e incluso por falta de compromiso se empeoran. Ahí tenemos el asunto independentista que no solo en sí mismo continúa dañando no solo la economía y la convivencia, sino que ha venido modulando la política estatal al ser el apoyo condicionado del Gobierno de España. Pero a lo que vamos. Hablar de España que es hablar de lo que esta necesita se habla muy poco, entre otras cosas porque los déficits de las políticas anteriores en materia de, por ejemplo, justicia, políticas migratorias, reforma fiscal, modelo productivo, reforma de las pensiones, pacto de educación o reforma constitucional vienen siendo seculares. ¿Y qué sucede cuándo los problemas se vienen arrastrando? Pues que como es el caso que nos ocupa las soluciones ya no se basan en pequeños cambios de rumbo que se puedan expresar en un programa político de manera sucinta, sino que para dar una solución efectiva las reformas políticas ya han de ser estructurales que es más o menos como decir radicales. Y esto no da votos, más bien asusta pues sacrifica el placer cortoplacista al que nos tienen acostumbrados muchas de las políticas que nos gobiernan y nos han gobernado. Esta es la razón por la que hablar de España, hoy por hoy, es tan engorroso.

* Mediador y coach