El derecho penal es el derecho de los ricos y el código penal es el castigo de los pobres; a más dinero más garantías procesales. Menos mal que ni el sabio arbitrio del juez ni el pensamiento fiscal están regulados y por ahí a veces se consigue dudar más en beneficio de la gente sin recursos. Todo esto lo escribo por lo que está ocurriendo en Cataluña. Yo comprendo la pasividad de Rajoy porque parece que actuar como requiere la ley significaría dar «Caña de España» y eso victimizaría a esos independentistas presumidos, y entonces el pueblo catalán se cegaría de una solidaridad de laboratorio para salir como locos a las calles y liar una marimorena pasada de moda estilo 1936 que nadie quiere. Y claro, de esa pasividad gubernamental se aprovechan los interesados para proclamar independencias bajo el aura de una primavera de Barcelona totalmente falsa porque allí nadie está oprimido por dictadura alguna. Pero esta pasividad estatal tiene un importante mal menor que está escupiendo en el principio de igualdad. Porque lo que hace buena parte del Parlamento catalán es una descarada conducta delictiva no indiciaria sino totalmente configurada en tipos delictivos de primer orden. Es decir, según el procedimiento penal, estos señores deberían haber sido detenidos y pasados a disposición judicial dentro de 72 horas después, previa noche en inmundos calabozos de olores insoportables y escasos metros. Y si estos parlamentarios creen que están sufriendo una detención ilegal, que incoen un Habeas Corpus, que es un procedimiento de urgencia en el que los detenidos son inmediatamente puestos a disposición judicial para analizar si la detención es conforme a derecho. Bueno, pues no se ha hecho esto por aquello de la razón de Estado. He presenciado puesta de grilletes a ciudadanos tan violentas como legalmente discutibles porque no eran necesarias. Entonces los detenidos se amparaban en el Habeas Corpus para combatir una detención a todas luces injusta. Una y otra vez, la solicitud les era rechazada en el juzgado de guardia casi sin entrar en el fondo bajo el argumento infalible de que la actuación policial se presume conforme a derecho. Y ahora vemos todo un parlamento delinquiendo que no pasa por el calabozo y a lo sumo, cuando sean citados en el juzgado, se bajaran de cochazos mientras los pobres lloran en calabozos oscuros su mala suerte. Mejor suprimir el Habeas Corpus porque lejos de ser una garantía de libertad se ha convertido en una evidencia de arbitrariedad.

*Abogado