En la década de 1980, las guerras entre EEUU y la URSS en pos de la supremacía mundial se realizaban a través de países terceros interpuestos: Afganistán, Nicaragua, Angola, El Salvador... Ahora entre EEUU y China, son interpuestas también pero no a través de países sino de empresas. Se trata de complejas partidas de ajedrez cuyo objetivo es impedir acceso a los mercados globales. Así ya no se habla de países sino de Huawei, ZTE, Tencent, Alibaba, TikTok... Estas compañías se convirtieron en campeones nacionales cuando China comprendió que si no las apoyaba dependería siempre de la tecnología de Occidente. Están en acelerado crecimiento por todo el mundo, especialmente el desarrollado, pero dependen en parte de los semiconductores y la tecnología punta americana. Al mismo tiempo, los competitivos precios de los componentes chinos son vitales para las empresas americanas Apple, Google, Amazon o Microsoft, punta de lanza de EEUU y mayores empresas del mundo, que han rebasado en valor a las grandes petroleras en solo una década.

En estas escaramuzas están implicados ambos gobiernos, que autorizan o no ventas, fusiones, exportaciones de equipos, licencias 5G y también sus ejércitos ya que todo este equipamiento electrónico es hoy más vital que cañones y misiles pues la guerra se juega sangrientamente con los ordenadores desde aviones, submarinos, satélites, misiles o el espionaje.

El gobierno americano, muy sensibilizado por el crecimiento de las empresas chinas donde antes todo era made in USA, produjo en 2018 un primer enfrentamiento serio con la empresa china de comunicaciones ZTE. Esta había sido cogida flagrantemente vendiendo a Irán sus equipos, en contra del embargo americano. Los americanos prohibieron a sus empresas vender equipos a ZTE, lo que era su sentencia de muerte. El presidente Xi forcejeo para alterar esta decisión. Pero por otro lado, Trump necesitaba urgentemente para sus votantes un acuerdo comercial con China y además que China autorizase la venta por 44.000 millones de dólares de NXP, (basada en Holanda pero con mucho negocio en China) a Qualcomm, gigante de los semiconductores americanos. Trump dio a China lo que quería con ZTE, pero esta continuó bloqueando la petición americana por NXP de Qualcomm. Trump había liberado a su rehén (ZTE) demasiado pronto; debía haberlo hecho simultáneamente. Aprendió la lección y ahora, en el episodio del 5G de Huawei, no suelta su presa, incluida su primera ejecutiva e hija del fundador.

Otro ejemplo. El gobierno americano, se dice que a instancias del Pentágono, ha impuesto sanciones a SMIC, el mayor fabricante de chips chino. Las compañías USA -o las europeas que comercien o coticen en EEUU, es decir todas de un cierto volumen- no pueden exportar a SMIC sin autorización software y equipos para fabricar un tipo de chips del que China carece. Además, así aprieta más la cuerda a Huawei y ZTE, ya que SMIC es su proveedor principal. Simultáneamente USA amenaza con cerrar las operaciones del lucrativo mercado de social media de Tik Tok en América y de Wechat, competidor chino de Whatsapp y Facebook.

El mundo contempla este enfrentamiento, más político que económico, entre dos superpotencias. Los chinos están apretando las tuercas selectivamente a compañías americanas en china y los americanos a las chinas no solo en América sino también en muchos países. Creo sin embargo que ambos están obligados a entenderse y se necesitan. El decoupling (separación de ambas economías) que algunos pregonan en Washington es costoso, poco productivo y puede producir muchas víctimas colaterales. Ambos deben encontrar su lugar aunque deban ceder parcialmente en sus posiciones. El mundo post pandemia lo necesita.

Está claro, EEUU está más avanzada en tecnología y controla mejor el mercado global que China, pero China tiene sus ventajas: un enorme mercado propio y un horizonte temporal más amplio. Es una partida de ajedrez global, digno de Sun Tzu. Este dice en su conocido libro El Arte de la Guerra, de hace 2.500 años: «La excelencia en la guerra no consiste en ganar cada batalla, sino en vencer al enemigo sin luchar... Derrotar primero su estrategia, después sus alianzas... el mejor estratega, derrota al enemigo sin presentar batalla...».

El resto del mundo estamos viviendo este enfrentamiento comercial y político que perjudica a todos pues aporta incertidumbre a cadenas de valor, a mercados e inversores en un escenario ya de por si complicado con el covid-19, crisis de la que, por cierto, China está saliendo adelante antes que su rival.

* Diplomático