En estos días en que la gripe incide con intensidad no está de más recordar el centenario de la pandemia de gripe española de 1918, la epidemia más mortal de la historia, aunque no la más letal como lo fue en sus primeros años el Sida. Solo equiparable a la peste negra del siglo XIV que acabó según los cálculos más conservadores con la tercera parte de la población europea.

Leyenda negra, Inquisición española, gripe española o incluso mal español (sífilis), aunque éste último tuvo otras denominaciones geográficas como mal francés o napolitano. Así el epíteto español parece que le sienta bien a las grandes penalidades. Etiquetas que arrastra España en la historia con repercusión mundial y a la que nosotros mismos hemos contribuido de manera determinante con aportaciones inestimables como el secretario de Felipe II Antonio Pérez o la buena intención y necesaria labor de Fray Bartolomé de las Casas, que fue bien aprovechada por las potencias rivales. Respecto a la Inquisición, no solo la hubo en toda Europa sino que nació en Francia siglos antes que en España y aquí no fue más dura que en otros países europeos como lo demuestra el que los delincuentes comunes preferían el arresto por la Santa Inquisición por su menor dureza con ellos.

La gripe española es el tercer gran pilar, como una especie de monstruoso Gerión de tres cuerpos, en el que se asienta la peor imagen de nuestro país. No menos contribuyó a esa máscara distorsionada o estereotipada la guerra civil, a la que se le unió la consideración fatal de un destino violento y autodestructivo. Mas todo ello no debe alentar el victimismo falso que todo nacionalismo fomenta, aunque la gripe española no fuera española.

La gripe empieza a denominarse en el siglo XVI en Italia como «mal de castrone» en referencia a que era muy habitual en los cuarteles. También en Italia se denominó, y posteriormente en los países anglosajones, como «influenza», aludiendo a la relación medieval entre enfermedad e influencias astrales; término que nace en Florencia en la epidemia de 1357. En España y Francia en el siglo XVIII empieza a denominarse con el galicismo «grippe» a la epidemia catarral de los años 1742-43; palabra proveniente del idioma franco y que significa «garra». Incluso en los años 1708-09 se le llamaba aún «la peste», una «epidemia de fiebres malignas» según el médico ochocentista Joaquín Villalba, que escribió sobre la epidemia en Sevilla. De esta epidemia escribió el montillano Solano de Luque El Pulsista el libro titulado Triunfo de la crisis epidémica sevillana.

La gripe española se extiende entre marzo de 1918 y febrero de 1919. Según algunos cálculos murieron 40 millones de personas en todo el mundo (de Sida han fallecido hasta 2015, según la OMS, 35 millones), y en algunos lugares llegó a enfermar la cuarta parte de la población. Entre septiembre y noviembre del 18 fue cuando se dieron más muertes llegando en España a ser cercanas a 300.000. La edad más frecuente de deceso por gripe es en los mayores de 65 años, pero en la epidemia de 2018 fueron las mayores tasas de mortalidad en los adultos jóvenes. Seguramente porque el nuevo subtipo era «desconocido» para ellos pero las personas mayores habrían tenido años antes contacto con el virus y conservaban algo de recuerdo inmunitario. Después, en 1957 y 1968, se produjeron nuevas pandemias con nuevos subtipos provenientes de una recombinación de virus humano y aviar y en el caso de la de 1918 por una mutación del virus aviar. La de 2009 en nuestro siglo provenía del virus porcino.

Pero ¿por qué se le llama gripe española? Por dos circunstancias. En primer lugar en los inicios de la pandemia la Royal Academy of Medicine del Reino Unido difunde que su origen es español llegando a ser conocida como gripe española y «Dama española» (The Spanish Lady). En realidad España fue el primer país en dejar constancia de la epidemia en mayo de 1918 a través de la prensa, porque oficialmente el Gobierno solo la reconoció en septiembre (nada nuevo hay bajo el sol). Los restantes países europeos, inmersos en la Gran Guerra, no eran proclives a declararla. Y en segundo lugar, como señala José Luis Beltrán, «las principales potencias mundiales, recelosas de la neutralidad española en el conflicto bélico, no dudaron en señalar que la epidemia de gripe era de origen español». El origen más probable fue en un campamento del ejército norteamericano en Kansas en marzo del 18. Unas tropas estadounidenses que desembarcarían en Europa llegando hasta el millón de soldados. Ello y la movilidad de las tropas y de los trabajadores fomentó la pandemia. Y en aquella época también se dieron diversas teorías que hoy llamaríamos «conspiranoicas».

* Medico y poeta