El flamenco, a partir de los años setenta evolucionó sin pervertir las raíces que venían de antaño. Y aunque ningún artista se autoproclamó fundador del llamado ‘Nuevo Flamenco’ que incluía nuevos tonos, nuevas escalas y la introducción de nuevos instrumentos, los seguidores se esforzaban en demostrar que sus ídolos fueron los que facilitaron la dicha nueva etapa musical. Así, el grupo Smas (1973) fue muy meritorio, pero nunca sonó flamenco. Sí que fue prodigioso el disco de Camarón de la Isla ‘La leyenda del tiempo’ (1977) o Paco de Lucía con ‘Entre dos aguas’ (1981). Posteriormente, Morente y su ‘Omega’, el grupo Pata Negra y Ketama pusieron el sello definitivo. Sin embargo, ninguno de los mencionados trajo por vez primera en su garganta o guitarra, ese llamado nuevo flamenco que hoy tanto suena y que ha permitido el acceso de la juventud a estas preciosas melodías. Y es que fueron dos jovencísimas gitanillas, para más inri vallisoletanas, las que fundaron la nueva era flamenca demostrando que el flamenco tiene más componente étnico que territorial, pues que yo sepa Valladolid no es Andalucía. Los quejíos de las dos mocitas sí que eran flamenco del siglo XV adaptado al siglo XXI. Y todo esto ocurrió en 1974. El primer disco de Las Grecas fue toda una revolución musical; pero efímera. Lástima que los hombres se encargaran de destruir lo que Dios nos ofreció. Porque Tina fue vilmente utilizada por varones sin escrúpulos. Carmela se marchó a México, se salvó de las fauces de la decadencia y hoy vive feliz con su descendencia en España. Pero Tina, la de la voz más eterna, vivió una historia de autodestrucción sin apoyos que la ayudaran como sí por ejemplo gozó Camarón, y por su juventud e inexperiencia ante la fama y la maldad de los novios que tuvo, que la dejaron pidiendo limosna por las calles de Madrid, terminó sus días loquita perdida. A Tina le paso como a tantos genios de la historia, que no pudieron estirarse más y explotaron de tanto tirar de su brillo lo que las rodea; como le ocurre a las Supernovas, esas grandes estrellas, por decirlo de una manera poética. Ellas, Tina y Carmela son el origen indiscutible de la vanguardia gitana, las Hadas del Nuevo Flamenco que precisan ya de una película que al menos las deje en el lugar histórico musical que les corresponde. Se dice que la ‘Nana del Caballo Grande’ de Camarón de la Isla es el símbolo más puro del Nuevo Flamenco; yo creo que no. Y por ello les emplazo que escuchen a Tina en ‘Mi Niña Saray’ una melodía también para niños, y también lenta y llena de instrumentos nuevos donde al igual que el genio de la Isla, Tina canta a capela para la infancia. No les digo más...

* Abogado