Mi familia no ha sido la primera y, por desgracia, no será tampoco la última en sufrir el terrible dolor que produce la pérdida de una persona por la impía enfermedad del cáncer. Después de casi ocho años de dura, valiente y ejemplar lucha contra tan despiadado enemigo, se nos marchó María. Aquí nos quedamos, destrozados, sus hijos y su marido, su padre y sus hermanos, y una numerosa familia que se ha visto impotente ante tan injusto y desequilibrado combate.

Nos queda la satisfacción, y estas líneas pretenden ser un agradecimiento público, de saber que tras su marcha, y durante su vida, María ha dejado una senda llena de amigos, de gente que la quería y la quiere, que la echará de menos y la tendrá como ejemplo de mujer luchadora y entusiasta por la vida. Fueron tantas las muestras de cariño, tantas las flores recibidas, tantas las personas que nos quisieron acompañar en el duro trance de la despedida, que seguro que ella, tan poco amiga del protagonismo, se hubiera sentido azorada, aturdida por la multitud que quiso darle su último adiós y que durante tantos años la han visto aferrarse a la vida.

A todas estas personas, familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo de quien esto firma, amigos de mis hijos, a Posadas entero y a cuantos llegaron de fuera. Gracias. En nombre de la familia de María Moreno Becerra, gracias de corazón.