No voy a aburrirles con el discurso de la igualdad desde la diferencia, ese que no quieren escuchar quienes sostienen que las mujeres somos unas «privilegiadas» porque no tenemos que soportar ciertos trabajos muy duros que solo los varones soportan, como estar de sol a sol en una obra pegando yeso. Tal vez sea por la misma razón que tampoco hay varones «empleados de hogar» que limpian «culitos» y tienen la comida a punto y la ropa lavada y planchada a tiempo en tantos hogares. Detrás de un gran hombre suele haber una gran mujer y detrás de una gran mujer, casi siempre hay otra. Lo anecdótico es que haya quienes se fijen en que hay pocas mujeres albañiles y no reparen con tristeza en las muchas esclavas del hogar que necesariamente tenemos.

Pero no, no voy a aburrirles con ello, sino a contarles que Netflix me está proporcionando grandes dosis de «felicidad femenina» con la serie más divertida, atrevida y desconcertante que jamás había visto y que me hace creer que el futuro para las mujeres de más de 60 años existe. Cuando se llega a cierta edad hay dos opciones: o bajar las manos, abandonarte y ser invisible o dedicarte a vivir, ser tu misma y ser feliz, como Grace y Frankie.

He descubierto con ellas que llegar a la jubilación no es el fin de nada, sino el principio de todo. Que puedes superar saber que tu marido nunca te quiso, porque siempre estuvo enamorado de otro; que con imaginación y entusiasmo puedes iniciar proyectos que te hagan rica; que la amistad en mayúscula entre mujeres es posible a una edad en la que ya no competimos por ningún hombre, sino que solamente queremos ser lo que somos y reírnos con las otras; que da igual si eres católica o agnóstica, pija o hipy, si tienes hijos o son adoptados, si te gusta beber una copa de buen vino, o fumar con «aliño», porque el sentimiento femenino, ese que al final te hace ver lo mismo que la que tienes al lado solo que desde otro prisma, es tan intenso, tan profundo, que al fin y a la postre la mejor compañía es la de esa amiga que te entiende y se ríe contigo, hagas lo que hagas.

Todas llevamos dentro una Grace o una Frankie y eso me consuela ante el futuro que se asoma en el horizonte. Cuando ambas le enseñan un grupo de «señoras de siempre» el artefacto que han inventado para la autocomplacencia femenina a partir de los 70 y todas salen escandalizadas y despavoridas, Frankie le dice Grace: «Esas son tus amigas». Y esta le responde: «Si, lo son, pero yo ya no me parezco a ellas»... Y ambas ríen a carcajadas. No se las pierdan, porque después de verlas, ya no serán las mismas.

* Abogada