Saben los golpistas que el mejor momento para organizar y asaltar al Estado con previsión exitosa se presenta cuando la autoridad política se encuentra debilitada. Cuando el Estado no se asienta con firmeza sobre un poderoso sistema de partidos en un parlamento sólido. Cuando los líderes no pueden suavizar los conflictos de la vida pública, máxime si son agudos. Cuando por estar dañadas y mediatizadas las instituciones no pueden adaptarse a las nuevas situaciones históricas, ni pueden asumir hodiernas controversias ni desafíos políticos, mientras para mayor abundamiento las condiciones económicas empeoran o en todo caso no mejoran. Para que triunfe el golpe no tiene porque darse necesariamente la violencia física. Por eso la más idónea salvaguardia contra las conquistas forzadas del poder es la independencia y libertad de las instituciones políticas. De ahí que lo que defina en parte al golpe de Estado no sea su carácter violento sino su ilegalidad, cuando tanto en los medios empleados como en los fines perseguidos se violan las normas jurídicas, y sobre todo las generalmente aceptadas, vigentes y constitucionales.

Así pues, una de las bases más importante en el golpe de Estado se encuentra en su perfil técnico. Situándose la primera línea de defensa no tanto en el parlamento sino en aquello que conforma su organización básica, como en general todas las vías de las comunicaciones, centrales energéticas, etc. El dominio de lo técnico otorgará el poder a los golpistas de forma duradera. Actualmente el golpe de Estado no intenta atacar al parlamento o al gobierno, sino a su base técnica. En ella radica el punto débil de las democracias. Cuanto más madura sea la sociedad, más maduras deberán ser las técnicas que se empleen para su conquista, como el manejo de actores políticos más numerosos, de los sindicatos, partidos, grupos de opinión, o medios de difusión que inciten la aceptación de la nueva legalidad emanada del golpe. En definitiva el arte de defender al Estado está regido por los mismos principios que imperan para conquistarlo.

* Doctor ingeniero agrónomo, licenciado en Derecho