No es fácil el confinamiento cuando vas sumando semanas y prórrogas. Al sur del sur, a diferencia de culturas de otras latitudes, disfrutamos especialmente las relaciones sociales y el clima nos invita a disfrutar en la calle de la primavera que transcurre, por lo que se hace más cuesta arriba este periodo de confinamiento. Por las redes, observo personas autodestructivas, que rebosan resentimiento y odio, que no hablan sino insultan y envenenan, personas tóxicas incapaces de escuchar a nadie. Otros narcisistas en su propio espejo, y algunos depresivos entre tantos mensajes desgarradores y cifras traumáticas de digerir. También los hay que viven el confinamiento autoexcluidos y aislados dentro de su propia familia, enfrentados y de espaldas unos a otros, apenas si coinciden en las comidas, viviendo el confinamiento como una condena impuesta. No es fácil ser héroes. Somos muy vulnerables.

Nos han dado consejos sanitarios para evitar la pandemia, pero no para salir del confinamiento lo más íntegros posibles en nuestra psicología y autoestima. Recientemente, el psicólogo Javier Urra ha publicado un brevísimo decálogo para sobrellevar este confinamiento que se va prorrogando. Destacamos lo que denomina psicohigiene, optimizar situaciones adversas y aprovechar el tiempo en cultivar hábitos positivos y esas aficiones que teníamos olvidadas. Otra de las pautas es estar bien informados, porque no podemos eludir el mundo ni la situación en que vivimos, lo que es muy distinto a la sobreinformación y la saturación de noticias negativas que nos llevan a la depresión sin remisión.

Establecer rutinas diarias también nos proporciona orden y nos aleja de la inseguridad de un comportamiento anárquico, aunque sin duda exige de una actitud propensa y cierta disciplina. Dar lo mejor de nosotros, resulta básico, porque estamos en convivencia continua en nuestro núcleo familiar, y tenemos que apoyarnos y servirnos mutuamente. Lo que no quita que mantengamos nuestros propios espacios y momentos reservados, nuestra propia intimidad. Mantener la mente activa, con lecturas, con pasatiempos, así como el cuerpo con pequeños ejercicios. Si unos recomiendan la lectura de novelas dramáticas y autobiográficas de supervivientes a todo tipo de calamidades del estilo de La bailarina, el farmacéutico y la bibliotecaria de Auschwitz, o disfrutar de películas como Viven o la Trinchera Infinita; yo particularmente, me refugio en mi aplicación de Ted, donde encuentro conferencias sugerentes, breves pero profundas, de temas y ponentes muy variados que puedes elegir a tu criterio, que te ilustran sobre perspectivas distintas y te enriquecen. Es evidente, es que la cuarentena no se pasa improvisando, sino planificándola.

Tampoco olvidemos que la sociabilidad nos caracteriza como especie y no la perdemos con el confinamiento. Y si no podemos quedar con amigos o familiares, sí podemos llamarles por teléfono o mandarles un mensaje para mantener ese contacto. Saber gestionar los conflictos inevitables en la convivencia también es necesario: el roce hace el cariño pero también puede dar lugar a una fricción que debemos intentar minimizar y pasar página, para no convertir la convivencia en un campo de minas. Otra recomendación fundamental es no perder el sentido del humor. Las redes sociales nos sirven para apreciar el ingenio y nos sorprenden con el talento de muchos. Sobre todo, cuando vivimos tan hacia fuera todo el año, este confinamiento es tiempo de reencuentros, empezando por nosotros mismos, y de valorar lo más cercano.

* Abogado y mediador