Falleció el gran crítico literario George Steiner (Paris, 1929) a los 90 años en su casa de campo de Cambridge. Un hombre de letras, maestro de la Literatura comparada. Escritor de ensayos y de ficción, es un referente intelectual de las Humanidades en la segunda mitad del siglo XX. Se autocalificaba como “especialista en generalidades” cuando en realidad era un sabio de una profundidad analítica enorme, como podemos ver en sus escritos para The New Yorker entre los años 1966 a 1997, donde se mostró acérrimo defensor del canon literario para nominar a quiénes consideramos como clásicos.

Estamos ante un escritor dotado de un extraordinario sentido del humor, que ha atravesado todas las heridas de su época. En su ensayo autobiográfico Errata es un examen de su vida en la que como su nombre indica hace un exhaustivo repaso de todos y cada uno de los errores que había ido cometiendo a lo largo de su vida y cómo ponerles remedio. Allí hace referencia a todos los libros que nunca había escrito y sin embargo desearía escribir. Consideró que la educación recibida no le permitió comprender en profundidad algunos de los fenómenos más interesantes de la Modernidad como son el cine, el irracionalismo y sobre todo el papel de las mujeres.

Este humanista de origen judío, parisino de padres vieneses, que sentía una curiosidad inmensa por todo lo referente a la cultura europea, que queda reflejado en su obras más decisivas como Nostalgia de lo absoluto y Pasión intacta con todo lo relacionado con la narrativa de Rilke, Goethe y Mann, en especial la poesía, el arte, en concreto la pintura. En la música en las figuras que representan Mozart, Beethoven y Wagner. En el pensamiento que encarnan los filósofos alemanes Kant, Hegel y Marx. En el campo de las ciencias en el elogio de las investigaciones de Charles Darwin, Karl Popper y Albert Einstein.

Como liberal defendía la necesidad de alejarse de las soluciones simplistas totalitarias de los demagogos para las sociedades pluralistas complejas y hacer frente a los localismos, provincianismos y nacionalismos patrioteros con las herramientas de la Ilustración y la Modernidad.

Crítico del relativismo moral y cultural y de la banalización de la técnica fue un firme defensor de la enseñanza primaria, de la labor de los maestros en esta etapa básica de la vida.

Sarcásticamente decía que todo lo que era se lo debía a Hitler, sus lecturas y viajes, conocer los países en lo que había vivido.

Si las dictaduras se caracterizan por la quema de libros, las democracias por el contrario deben fomentar la lectura y apoyar al Libro. Un clásico en el recuerdo.

* Filósofo