De nuevo suenan tambores de adelanto electoral en Andalucía, con el fin de aprovechar la coyuntura favorable para que los socialistas ganen, una vez más, los comicios. Es el PSOE-A un «atleta» de esta disciplina, la convocatoria de elecciones a la carta, y viene a enmascarar las carencias del proyecto socialista en nuestra tierra. Por ello, la decisión de llamarnos a votar responde en exclusiva a méritos, deméritos y razones ajenas al ¿buen? hacer del partido-régimen.

La debacle del PP, el desnortamiento de Ciudadanos y la buena valoración inicial del nuevo Gobierno socialista de Pedro Sánchez animan a la presidenta andaluza a adelantar las elecciones al otoño, amén de evitar las sentencias de la Gürtel andaluza, el caso de los ERE, con Chaves y Griñán en el papel estelar. Esa durísima imagen alejaría al PSOE andaluz de la nueva etapa en Madrid y lo aproximaría, por el contrario, a los siete nefastos años de Rajoy y las redes y prácticas corruptas asentadas en décadas de poder.

Los socialistas andaluces sufren desde hace tiempo de un doble agotamiento de personas y proyecto. Respecto al primero no es que no cuenten con personas valiosas, profesionales rigurosos, aunque cada vez abundan menos, dejando sitio a «profesionales del partido», como la propia Susana Díaz. No, de lo que se trata es de que el poder ininterrumpido durante cerca de cuarenta años ha impedido cualquier renovación real en la dirigencia y sus tentáculos, que se ha sucedido a si misma por medio de dedazos y adelantos electorales sucesivos. Así, de Chaves a Griñán y de este a Susana. Que cambie todo para que todo siga igual, como en la novela de Lampedusa. Un sistema más pacífico que las querellas entre Almunia y Borrell, la sorpresiva elección de ZP o la accidentada de Sánchez. Pero, ¿a qué precio? En el PSOE-A reina la paz de la ausencia de debates y confrontación de proyectos, de la obediencia y la carencia de alternativas. La sucesión dinástica a través de la «adopción política» como garantía de continuidad.

En cuanto a las ideas... ¿Dónde están? ¿Cuáles son las nuevas fronteras del «progresismo» andaluz? El PSOE jugó un papel fundamental en la articulación de la autonomía y la modernización en Andalucía. Eso es innegable, es parte de nuestra historia y, pese a todos los peros, con más luces que sombras. Pero el impulso se agotó hace mucho tiempo, las ideas se acabaron, el conformismo defensivo se instaló en las políticas de la Junta y apostó su continuidad en el poder al rechazo al modelo neoliberal del PP y su permanente incomodidad con el sentimiento andaluz. De hecho, el viraje de Susana Díaz hacia el «extremo centro» se ha ido acentuando con el tiempo, llegando a abrazarse con entusiasmo a la reencarnación naranja de la receta de recortes y desigualdad.

Durante mucho tiempo la única alternativa real al perenne socialismo era el PP, que en las ciudades que ha gobernado ha dejado clara su voluntad de apretar el acelerador de las desigualdades, el ladrillo y la agresión al Medio Ambiente. El PSOE ha sobrevivido refugiado en la conciencia generalizada de que la alternativa era peor.

Pero esta no es una maldición de la que no se puede escapar. Frente a la derecha insolidaria, destructiva y autoritaria y frente al agostamiento del proyecto socialista, a la tupida red de clientelismos, ha emergido en Andalucía y en toda España un proyecto alternativo, ilusionante y de mayorías. Es el encarnado en los diferentes ayuntamientos «del Cambio», que han emprendido un camino necesario e ilusionante y que evita despilfarros y endeudamientos innecesarios. Una política, teñida de verde, que huye de macroproyectos que solo acaban empeorando la vida de las personas y que apuesta por recuperar el control de los suministros más básicos, la luz y el agua, de manos de las grandes empresas privadas y ponerlos al servicio del Bien Común. Que defiende, de verdad, la escuela pública como motor de igualdad y no como opción residual y subordinada a la privada concertada. Un proyecto que recoge gran parte del ideario de la ecología política, como hace Ahora Madrid, donde la presencia de EQUO con Inés Sabanés está generando una revolución verde en la movilidad urbana y la recuperación de un entorno urbano más saludable. Como hace también Ganemos Córdoba, impulsando, entre otros muchos puntos, la imprescindible transición ecológica y energética, algo fundamental para luchar contra el cambio climático.

Este proyecto no es propiedad de ningún partido, sino que recoge las aspiraciones de muy diversos sectores sociales que aspiran a que la política sea algo más y mejor que una mera gestión, que aspiran a cambiar rumbos y modelos establecidos.

Los gobiernos, y oposiciones, del cambio han demostrado lo mucho que se puede hacer si hay verdadera voluntad y empuje. Ahora nos toca demostrar, caminando juntos, que otra Andalucía también es posible.

* Miembro de EQUO