Para intuir por dónde camina el cine español no hay que impacientarse por la excesiva duración de la gala de los Goya. Tampoco inquietarse por la asimetría de la perorata de los presentadores. La noche de los Goya ha sido calificada de «supremacismo progresista». Silvia Abril y Buenafuente celebraron que la película de José Luis Garci, Crack cero, no obtuvo nominaciones. Garci, que en su día gano un Oscar, dijo en una entrevista: «Yo nunca he sido progre. Para mí progre es el que no tiene voz propia». El actor revelación, Enric Auquer, mostró su agradecimiento a «todos los antifascistas del mundo». En su libro Cine español y adoctrinamiento político, dice Víctor Pérez Velasco: «Me quiso adoctrinar la derecha y cuando parece que por fin vamos a poder conocer la verdad sin tapujos, lo que me están vendiendo es material tocado de adoctrinamiento de la izquierda». Sabe lo que dice porque ha analizado el 95 % de las películas que se han hecho sobre la Guerra Civil en democracia. En estas películas todos los nacionales son fascistas.

Pedro Almodóvar fue el más premiado y aprovechó su momento estelar para hablarle al presidente Sánchez con un tufillo pedigüeño: «Hace falta que el Estado proteja al cine porque ese cine es nuestra memoria. Sin ayudas no hay cine independiente y sin este, un país se queda sin memoria». El escritor y periodista británico George Orwell ya intuía la falta de simetría sobre los horrores de la Guerra Civil. Avisaba de que cuando mueran los que directamente vivieron aquello, serán los nietos los que distorsionen lo que ocurrió y se impondrá la mentira.

* Periodista