Llevar al Congreso de los Diputados modales propios de las tertulias vociferantes del corazón no es ejemplarizante. Gabriel Rufián (ERC) provocó a Beatriz Escudero (PP) con un guiño machista y llamándola «palmera» de Álvarez Cascos, y esta lo llamó «imbécil» y abandonó un rato la mesa del Congreso. Las actitudes faltonas de Rufián servirán para llamar la atención, pero no hacen política.