La verdad sea dicha que escribir sobre la HOAC no se puede desligar de hombres como Guillermo Rovirosa (Barcelona, 4 agosto 1897--Madrid, 27 febrero 1964) que junto a Tomás Malagón (seglar y sacerdote respectivamente), y apoyados por el cardenal Herrera Oria fundaron la HOAC (Hemandad Obrera de Acción Católica. 1946), que tendería los puentes entre la Iglesia y la clase obrera. Guillermo Rovirosa ha sido admitido por la Iglesia Católica en su proceso de beatificación.

Rovirosa, trabajador metalúrgico, luchó para evangelizar al mundo obrero, en el contexto sociolaboral de la dictadura franquista, elaborando un método de formación cristiana para los trabajadores, comprometiéndose y solidarizándose, a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia, trabajadores que se encontraban sufriendo las injusticias y abusos laborales de la época.

Fue Rovirosa un católico-obrero convencido de que no solo hay que ver y juzgar la realidad, sino de que también había que actuar para transformarla, con todas las consecuencias, pues incluso fue encarcelado por «subversivo» al introducirse en el mundo sindical, como miembro del comité de empresa. Fue un hombre que tenía claro que la evangelización, la defensa del Reino de Dios y del hombre, estaba por encima de cualquier opción o ideología política. Por otro lado, descubrió que el cristianismo no se podía vivir sin una encarnación en el mundo, sufriendo las situaciones extremas de injusticia que viven las personas, que la iglesia y el cristianismo no tienen sentido, serían palabras huecas, si no existe encarnación en el mundo sufriente: «el otro» es Cristo.

Los trabajadores, los pobres de entonces, habían abandonado la Iglesia. «Esta apostasía fue posible por el escándalo de los buenos» que diría Pío XII. Rovirosa se consagraría, a este fenómeno desde entonces y diría con el Papa que habría que renovar este mundo desde sus cimientos, yendo a las raíces, por lo que se hacía indispensable realizar por la Iglesia, en servicio a la sociedad, una nueva promoción de militantes cristianos que entreguen su vida en la lucha por la Justicia.

El gran sentido de la Justicia que tenía Guillermo Rovirosa le llevó a descubrir y a encarnar esa forma de vivir la unión con Dios que es la espiritualidad de encarnación, sin angelismos ni evasiones, espiritualidad que le llevaría a un amor a la Iglesia sin condiciones. Siempre creyó que la apostasía de los pobres había sido posible en Europa por el escándalo de los buenos y esto le llevaría a ser incomprendido incluso por los mismos cristianos y jerarquía. Aceptar a Cristo mediante su gran amor a lo pequeño que demostró durante toda su vida, siendo humilde con los pequeños y no rebajándose ante los grandes.

Pienso que en los tiempos que corren se hacen necesarios en la Iglesia Católica santos laicos como Rovirosa, comprometidos con la justicia, y recuperar la espiritualidad de la Encarnación, como hizo Cristo, que siendo Dios se hizo hombre defendiendo la justicia de Dios hasta que lo pagó con su muerte en la cruz. Esperemos que Guillermo Rovirosa suba pronto a los altares.

* Licenciado en Ciencias Religiosas