St Pauli es un equipo que nació en Hamburgo. Pero es algo más que un equipo de fútbol. Se le estiman 20 millones de seguidores en todo el mundo, y más de 600 peñas,a pesar de no haber ganado nunca un gran título. Gracias a mi familia británica conocí la existencia de un club de fans en Yorkshire que, entre otras cosas, tiene un equipo que juega regularmente al fútbol con refugiados en un campo de Leeds. El deporte ha servido, muchas veces, para tender puentes. Es muy famoso el partido de rugby, en 1995 en Sudáfrica, que inspiró la película Invictus. También lo que se llamó la diplomacia del ping-pong, en 1971, por un encuentro que marcó el comienzo del deshielo de las relaciones entre Estados Unidos y China. Hay más ejemplos

No tiene nada de conciliadora la celebración de la Supercopa española en Arabia Saudí. Siento disentir de algunos amigos y diferencio este hecho de la retransmisión de otros eventos en países de dudosa democracia. En esta ocasión se trata de una competición española que se va a celebrar en otro país. Algo sorprendente y novedoso. Por supuesto hay mucho dinero de por medio.

Pero además, con un cinismo desorbitado, nos cuentan que estos partidos van a ser positivos para los derechos de las mujeres porque se les va a «permitir» el acceso al campo de fútbol. Claro que las que intentan defender esos derechos de una manera más activa acaban en prisión. El fútbol español se va a llevar una cuantiosa recompensa por blanquear la imagen de quienes han encarcelado a mujeres como Loujain al-Hathloul que, en 2013, participó en una campaña de protesta por la prohibición de las mujeres para conducir. En varios blogs informó a las mujeres sobre sus derechos y las animó a defenderlos. Fue arrestada en mayo de 2018. Durante los interrogatorios, fue víctima de abuso sexual, tortura y otras formas de malos tratos. Hoy sigue detenida. No es la única.

Por desgracia, hay muchas prácticas terribles, en ese país amigo, que sufren por igual mujeres y hombres. Una vez más debemos recordar al bloguero Raif Badawi, y a su abogado Waleed Abulkhair, que han estado en celda de aislamiento en el mes pasado. Precisamente en la prisión de Yeda, la ciudad en la que se celebrarán los partidos. Y no podemos olvidar a Jamal Khashoggi. En diciembre se celebró un juicio secreto que ha concluido con la condena por un tribunal saudí de cinco personas a la pena de muerte y de otras tres a prisión por su asesinato. «Esta sentencia es una operación de encubrimiento. El juicio se ha celebrado a puerta cerrada, sin público ni observadores independientes, y no se dispone de información sobre cómo se llevó a cabo la investigación. La sentencia no aborda la implicación de las autoridades saudíes en este devastador crimen ni aclara dónde están los restos de Jamal Khashoggi ». Necesitaría un periódico entero para relatar otras barbaridades pero he escogido destacar, una vez más, la guerra de Yemen (impulsada por la coalición que lidera Arabia Saudí) con bombardeos, de los que somos cómplices, que matan por igual a niñas y niños, a jóvenes, ancianos y personas maduras.

Es lo que tienen las bombas, que son muy igualitarias. Más que el fútbol.

*Activista de Amnistía Internacional